La proactividad agota, pero lo vale
Una de las palabras más manoseadas en el mundo laboral, la proactividad, fue protagonista de una conversación que tuve acerca de un conocido que era el sustento de su hogar y tenía un pésimo jefe.
Esta persona, llamémosle Octavio, se estaba quejando en un carrete de que llevaba años trabajando en una empresa y que si bien al comienzo, contaba con la confianza y respaldo del dueño, la fue perdiendo con el pasar del tiempo. Eso provocó una rotación de cargos con cada vez menos relevancia, sumado a promesas incumplidas y finalmente un cambio en la estructura de sueldo que llevo a la “inevitabilidad” de su salida.
Para evitar en lo posible que lleves esas conversaciones a un carrete, te cuento lo que es la proactividad, tres razones de por qué es difícil ser proactivo y una recomendación.
¿Qué es la proactividad?
Hasta hace un par de años cuando leía la palabra, me imaginaba una persona muy activa, llena de creatividad y con una capacidad de hacer muchas cosas a la vez sin que le dijeran nada.
Si hago una búsqueda rápida, Wikipedia dice lo siguiente:
La proactividad de los individuos se refiere al comportamiento anticipatorio, orientado al cambio y autoiniciado en diversas situaciones.
Acota mi definición inicial a la “anticipación autopropulsada”. Que la persona no reacciona ex post, sino ex ante y es capaz de actuar.
Si voy a la RAE, encuentro una definición que añade una sutileza:
1. adj. Psicol. Que toma activamente el control y decide qué hacer en cada momento, anticipándose a los acontecimientos. Persona, empresa proactiva
El decidir qué hacer, le agrega una capa de complejidad aparentemente inofensiva a la palabra, pero creo que ahí radica la verdadera proactividad.
En el clásico de los libros de negocios, los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, cuyo primer hábito es “Ser Proactivo”, define la proactividad como:
Significa que, como seres humanos, somos responsables de nuestra propia vida. Nuestra conducta es una función de nuestras decisiones, no de nuestras condiciones. Podemos subordinar los sentimientos a los valores. Tenemos la iniciativa y responsabilildad de hacer que las cosas sucedan.
Sin querer entrar en el detalle de todo el capítulo (cosa que podría hacer si hay interés), es clave el reconocer la proactividad como la responsabilidad que tenemos sobre nuestra vida.
Una de las máximas de la filosofía estoica es poder identificar y separar los asuntos entre aquellos que están bajo tu control y los que no.
Puede que el jefe de Octavio sea el peor jefe del mundo y que efectivamente sea detestable, pero si pudiese subordinar sus sentimientos para dejarlos al costado, podría entender qué puede hacer y qué cosa no. ¿Puede esperar que de un día a otro se despierte pensando otra cosa? Así ya van años. ¿Puede conversar con él? Probablemente sí. ¿Puede cambiar al jefe? Quizás no, pero vale la pena intentarlo.
Entonces ¿es difícil ser proactivo?
¡Claro! Es complejo diferenciar, decidir y actuar. Estos tres verbos que parecen muy simples de ejecutar, hacen que no sea trivial definirse como proactivo.
Diferenciar: es un esfuerzo consciente y prácticamente en todo momento. Supón que estás en una reunión que se alargó y ves que llegarás tarde a la siguiente, ¿cómo reaccionas? ¿qué está bajo tu control hacer?
Decidir: requiere acción y por la ley del mínimo esfuerzo, siempre será más fácil no hacer nada. Siguiendo el caso anterior, ¿envías un mensaje a los asistentes de la siguiente reunión? ¿les pides reagendar? ¿o preguntas cuáles serán los próximos pasos para cerrar y ayudarlos a todos a llegar a tiempo?
Actuar: salir de la inercia, requiere mucho esfuerzo. Igual que un auto detenido necesita de la primera marcha para destrabar el movimiento, es posible que si en el ejemplo anterior eres el que llega tarde a todas las reuniones por culpa de la reunión anterior, sea suficiente esfuerzo enviar el mensaje a los asistentes.
Hay una consideración más. Decir en una reunión social “estoy estresado con tanto trabajo, ¡ni siquiera llego a las reuniones que tengo!”, sea una frase aceptada por tus amigos y familia sin mucho criticismo. Pero esconde una actitud pasiva, dejándote a merced de que algo pase para que tu situación mejore.
Octavio llevaba una decena de años trabajando para el mismo empleador y por lo menos un lustro con la percepción de mal ambiente laboral. Al conversar con sus amigos a lo largo de los años, todos le palmeaban la espalda y le daban ánimos. Entendían que como era el sustento del hogar, estaba en una situación difícil.
Mi duda y espero la tuya también a esta altura, ¿qué había hecho Octavio todo este tiempo? ¿buscó activamente trabajo? ¿activó sus redes de contacto para explorar oportunidades? ¿hizo una investigación de qué empresas en su rubro y similares existen? ¿se juntó a tomar cafés para retomar relaciones laborales? ¿actualizó su CV al menos?
La respuesta no importa, porque además tenía un pensamiento dicotómico: tengo este trabajo penca, si hago cualquier cosa implica que me quedo sin trabajo.
Ese error conceptual lo dejó años estancado. Hacer cualquiera de las acciones de arriba no implica que encontrarás otro trabajo, ni mucho menos que te van a despedir por hacerlo.
Lo que sí implica es que Octavio:
tenga una probabilidad mayor a cero de encontrar trabajo, que aumenta cada vez que hace una nueva actividad,
que cuando se junta con los amigos no se queja, sino que pide ayuda y consejos,
pero lo más importante, Octavio pasa a ser un protagonista activo de su vida.
Por favor y quiero ser enfático en esto, me refiero a que Octavio pasa a ser una persona que hace “todo lo que está a su alcance” para modificar una situación, pero no asegura ningún resultado.
¿Todo esto para resultados inciertos?
Independiente del resultado, es una forma de vivir que sin duda te da satisfacción personal.
El ejemplo de Octavio, piénsalo para problemas en otros ámbitos de tu vida: emocional, familiar, pareja, económico, laboral, salud, etc.
¿Estás haciendo lo que está a tu alcance o te juntas a ahogar las penas?
Cuando digo lo que está a tu alcance, es TODO, no basta con una cosa, con un match en Tinder, con un CV enviado, con una llamada a un familiar lejano, ni con un producto publicado a la venta.
Si te haces cargo, siguiendo la analogía del auto, podrás ir pasando los cambios hasta que ya sea algo normal en tu vida ser proactivo. Es razonable que comiences a dormir mejor, andar más contento y sentir que tu vida “avanza”. Recuerda que si bien el resultado que esperas puede ser esquivo, el movimiento genera olas en la dirección en la que te mueves.
Esas olas pueden ser tu próxima buena anécdota.