(N° 53) Sobre trabajar bien
¿Qué significa y cómo hacerlo?
Pensando durante diciembre cómo había sido el año, qué había pasado, qué había aprendido, dónde había quedado al debe, etc. me di cuenta que me apareció ese concepto de no estar trabajando “bien”. Estaba rumiando por qué pienso que no estoy trabajando bien.
A esa insatisfacción la traté de acorralar mentalmente para definirla y llegué a una hipótesis de porqué podría ser que tengo esa impresión. Luego pensé como podría quitarme esa idea de la cabeza.
Finalmente terminé con una definición de lo que yo creo que es trabajar bien. Porque esa sensación no es algo que necesariamente me diga otro (lo cual sería incluso más simple de abordar), sino que es la forma como yo estoy percibiendo que estoy enfrentando el trabajo diario.
La hipótesis de por qué no estoy satisfecho es por la búsqueda de la perfección.
Me refiero a que a veces, el no saber bien cómo avanzar con un tema o como estructurarlo de “la mejor” manera, me lleva a realizar otra tarea, que también deba hacer pero con mucho menor impacto, por ejemplo resolver una duda.
Entonces supuse, mi problema al parecer es no saber cómo hacer una determinada acción o no saber la mejor de las maneras. Esa obsesión con hacerlo muy bien raya en lo absurdo cuando impide que avances.
Para desarmar esta hipótesis, pensé una solución y de casualidad en un pódcast escuché otra manera de resolver esta creencia.
Lo perfecto no existe: tomando en parte prestado lo que escribí en el primer post del blog, no existe lo perfecto porque por lo general siempre hay tantas variables sobre la mesa que en algún momento hay que tomar una decisión y avanzar. No sólo eso, sino que lo mejor hoy puede ser A y quizás a mediados de año, es mejor B. Eso no implica que el primero haya estado malo o el segundo sea necesariamente mejor. Sólo es circunstancialmente mejor y por lo mismo importa más el avance.
Podemos también ampliarlo a cosas que se hacen por primera vez y en esas condiciones no queda otra que inventar una manera. Confiar que si te pasaron ese desafío, eres capaz de afrontarlo usando tu experiencia y conocimientos.
El perfeccionismo es miedo a lo que piense el resto: cuando escuché esta frase en el pódcast, me quedé pensando si habría algo de cierto. No recuerdo ninguna situación que haya sido así de explícita, pero me parece acertado que el perfeccionismo es una tapadera al miedo de no ser suficientemente bueno. Algunos tenemos esas ganas de ser personas que hacen las cosas bien y eso muy fácilmente nos lleva a pensar que el hacer cosas bien implica que otro vea esas cosas y piense que están bien hechas. Entonces para estar a la altura, debemos producir todo el tiempo una versión tope de línea de lo que hacemos.
Esto es profundamente poco estoico al darle más relevancia a lo que piensa otro que lo que tú piensas al respecto. A pesar de lo evidente, es tan normal que uno se deje llevar que Marco Aurelio siendo emperador se recordaba en sus Meditaciones:
Nunca deja de sorprenderme: todos nos amamos más que los demás, pero nos importa más su opinión que la nuestra. - Marco Aurelio
Pero ¿qué es trabajo bien hecho? Porque insisto que la sensación no era por algo que me hubieran dicho directamente.
Le di un par de vueltas y llegué a una suerte de estructura mental de tres pasos: Saber qué hacer, hacerlo y saber qué no hacer. Teniendo las tres creo que me sentiría tranquilo con el resultado de mi trabajo.
Saber qué hacer: conectado 100% a lo que hemos hablado de planificación y priorización. El hecho de saber qué tenemos que hacer, por qué haremos eso e incluso por qué eso y no otra cosa, me parece tremendamente esclarecedor para afrontar el día a día.
Hacerlo: relacionado al concepto de disciplina y de proactividad que hablamos hace muchos posts atrás, de hacer aquello que dijiste que harías y no otras cosas. Clave para ser una persona que no solo es confiable para otros, sino que es confiable para sí.
Saber qué no hacer: Este punto si se tienen los anteriores, debería ser muy fácil de construir. Tiene que ver con aquellos proyectos, buenas ideas, pedidos de otras áreas que quedan fuera de tu campo de acción. Pero no por desorden, sino por una lógica concreta: “este trimestre estamos con X e Y temas que demorarán 1 y 2 meses respectivamente, por eso no puedo tomar el proyecto Z”. Como esto incluye el “por qué haremos X e Y” del punto 1, es incluso más fácil podemos modificar que Y es menos importante que Z para el objetivo que se está persiguiendo. También permite estimar de mejorar manera presupuestos, tamaños de equipo, etc.
Esta semana estaré implementando un documento resumen de todo esto para mí en mi trabajo, pero lo más difícil intuyo será la disciplina del punto dos, que debe sostenerse en el tiempo.
¿Te pasa algo similar? ¿Te suena razonable la estructura? ¿Le cambiarías algo?
Libro de la semana
📖 Título: Mis estúpidas ideas
✍🏻 Autor: Bernardo Zannoni
✏️ Páginas: 216
📚 Editorial: Gatopardo Ediciones
Mis estúpidas ideas, inesperadamente se trata de una comadreja. Mejor dicho de la vida de una comadreja, narrada en primera persona.
Ese aspecto del narrador, es totalmente protagonista desde que nos cuenta con naturalidad que su hermano mayor le propone comerse al hermano pequeño porque es enfermizo. Como la mamá los alimenta, pero no les da “cariño”.
Me encantó la cantidad de detalles no triviales que transmite el autor en esa línea. La relación de los animales con los hombres, de animales con el concepto de la muerte, de los animales con respecto a otros animales, etc.
Realmente una narración que me asombró en muchos pasajes, me impresionó por lo crudo de algunos otros y me hizo cuestionar cosas profundas de manera simple, como la muerte, la familia, la relación con Dios, el tiempo, la amistad e incluso la historia que uno mismo se cuenta de uno.
- ¿Qué es?
- Una mala cosa.
- ¿En qué sentido?
- Calcula cuánto te falta para estirar la pata. Es horrible.
Miré el objeto, fascinado. Me inquietaba pero había abierto en mí una nueva percepción: lo que estaba pensando en aquel momento, a través de su tictac, me pareció precioso.
- ¿Es del hombre? - pregunté.
- Es de alguien que no tiene miedo - dijo.
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