Existen eventos, personas, olores, ruidos, que se nos graban en la memoria y que somos capaces de recordar por siempre. No sabemos bien por qué ese olor a galletas, esa letra de canción que no has escuchado en años, esa conversación colegial o la visita de un amigo, la recordamos cada cierto tiempo.
Hace muchos años atrás no recuerdo bien el contexto, pero sí que uno de mis hermanos me dijo:
Uno no elige a los padres. No elige a los hermanos. No elige a los hijos. Sólo elige a la pareja.
Esta frase, es uno de esos recuerdos que me aflora cada tanto. La he usado múltiples veces a lo largo de mi vida porque encierra algunas ideas aplicables a dilemas tanto de pareja(s) o familia(s).
Hoy en la mayoría del mundo tienes la potestad de elegir a tu pareja, algo que durante un periodo mayor de la historia humana no ha sido así. Por ejemplo en Africanus, el hijo del cónsul de Santiago Posteguillo, vemos cómo se favorecía potenciar los lazos políticos a través de enlaces maritales, antes que dar rienda suelta a las pasiones o enamoramientos que pudiese tener Publio Cornelio Escipión y el resto de los hijos e hijas de senadores.
Esa elección viene cargada de responsabilidad. Porque te endosa el peso de cortar lazos con la o él tóxico de turno. A pesar de los mil y un sesgos y antecedentes que te pueden llevar hoy a tu situación de pareja(s) (las relaciones abiertas o los engaños también estarían incluidos), nadie podría argumentar que están forzados a su actuar tal como un romano o una egipcia que debía enlazarse con alguien según los cálculos políticos y financieros del padre.
Podemos decir sí, que uno elige a la(s) persona(s) con las que estamos en todo momento mientras dure la relación.
Recuerdo alguna vez haber hablado con alguien que durante años escuché hablar pestes de su relación. No recuerdo si le dije la frase, pero sí que indagué en la razón que los mantenía unidos, a lo que respondió que realmente ya llevaba tantos años y lo conocía tanto que sabía que era muy fiel, por un lado, y por otro que el sólo hecho de imaginarse buscar una nueva pareja se veía como algo agotador que no valía la pena.
Con el tiempo he aprendido que toda respuesta es válida, cada uno sabe qué cosas valora más y qué cosas valora menos.
Tenemos múltiples ejemplos en la literatura y una de las más famosas historias de amor, Romeo y Julieta de William Shakespeare, es una de las que lleva al extremo la decisión haciendo que la determinación de los amantes sea tal que eligen la muerte antes que seguir viviendo sin el otro.
Otra idea es que la única mala respuesta sería no tener respuesta ante el “¿por qué es X tu pareja?.
Me parece que es un deber con nosotros mismos saber por qué estamos con la persona que estamos, cuidar la relación, conversar, nutrirse mutuamente.
Sino, ya sabes: es tú responsabilidad también terminar. Sino dejas en manos del otro la decisión y como en Salvo nosotros, nadie habla de nosotros de Wilhelm Genazino no siempre termina bien para uno, menos si tras terminar se suicida quien rompe la relación.
Finalmente, está también la idea estoica de que en la práctica la familia sanguínea no se elige.
Hago la salvedad de que hoy el núcleo de la familia tiene tantas formas como combinatorias de papá, mamá, padrastro, madrastra, tía, tío, abuela, abuelo, dos de cualquiera de los anteriores, padrinos, hermanos, hermanastros, medios hermanos, otros niños del hogar de menores, etc.
Pero en cualquier caso, si lo piensas, es un detalle reconocer nuestra falta de poder. No escoges nacer. No eliges la época. No eliges el día y hora de nacer. No eliges el lugar en el que naces. Obviamente que no eliges la sangre que te forma.
Con esta idea no estoy evaluando si es buena o mala la familia o sus integrantes, sino evidenciando nuestra nula injerencia en ello.
Las ficciones y no tan ficciones, de las relaciones familiares también abundan en la literatura universal. Particularmente pienso en un Mala Madre de María Paz Rodríguez, El vendedor viajero de Arthur Miller, Ventisca de Marie Vingtras, Una hija única de Guadalupe Nettel, Dorayaki de Durian Sukewaga o Roma Soy Yo de Santiago Posteguillo. Todos hablan de familias. Todos quizás desearían otras familias.
Incluso en las biografías uno puede entrever la dispersión de familias que existen y podríamos decir, el grado de calce entre la persona y su familia, digamos qué tan bueno o malo fue que tu padre fuera estricto o tu madre una despreocupada.
Ante esa formación familiar que te toca, no tenemos elección… ¿o sí?
Los leo en los comentarios 🥸
Libro de la semana
📖 Título: Dorayaki
✍🏻 Autor: Durian Sukegawa
✏️ Páginas: 191
📚 Editorial: Chai Editora
Una novela hermosa, delicada, simple en su trama, profunda en su tema.
Por un lado es la historia de Sentaro, administrador y único trabajador de una tienda de dorayakis, que es como un pequeño alfajor esponjoso (así me lo imaginé jeje). Un día, se presenta una señora mayor a pedirle trabajo para trabajar haciendo dorayakis.
Un inicio que te lleva a explorar de todo: para qué vivimos, el paso del tiempo, la familia, las elecciones, el tedio del trabajo, el servir siendo maestro en algo. También cómo te marcan las heridas y situaciones “no buscadas” en la vida, cómo reaccionamos ante ellas por muy oscuras que sean.
La verdad que me lo leí de un tirón, incluso no lo subrayé porque me dio un cargo de conciencia de rayarlo. Es realmente muy lindo, diálogos cuidados, la descripción de los cerezos en flor y el paso del tiempo en sus hojas, las cartas que se envían, la descripción de dónde vive ella, etc.
Si lees una novela este año, por favor lee ésta.
Cuando al fin nos dejaron salir de aquí pensé que podría regresar a casa. Pero era difícil: mi madre y mis hermanos ya habían muerto. Contacté a mi hermana pero ella... me pidió disculpas y rogó que no volviera. No tenía a dónde ir. Yoshiaki tampoco tenía familia que pudiera acogerlo. Los huesos de más de cuatro mil personas están aquí. Cuando cambió la ley, hubo un momento breve de felicidad en el que todos pensamos que podríamos volver a casa. Pasaron más de diez años desde entonces pero nadie nos ha venido a buscar. El mundo sigue siendo tan cruel como lo ha sido siempre.
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