El libro 1960: Memorias de un desastre, sobre el terremoto de Valdivia cuya magnitud no ha sido nunca más registrada ni menos superada, culmina con un llamado a la construcción de una cultura sísmica. Una de las reflexiones me llamó la atención: la definición de desastre.
Porque evidentemente un desastre natural es aquello que usualmente devasta zonas en las que ocurre, como un terremoto, un maremoto o un huracán.
Sin embargo, existe también una predisposición hacia la catástrofe gatillada por el progreso. Que si las condiciones de los habitantes de un país fueran dignas, pues no tendrían que sufrir en exceso los eventos que naturalmente ocurren.
La cita que me quedó dando vueltas es la siguiente, que a su vez es un extracto de otro libro:
Cuando en 1755 un terremoto destruyó la ciudad de Lisboa, Voltaire escribió un largo poema quejándose del tratamiento injusto que Dios había dado a los lisboetas, y decía entre otras cosas que "la Naturaleza es el imperio de la destrucción", "Nuestra vista no tiene acceso al libro del azar", (…). Jean Jacques Rousseau leyó el poema, interpretó el suceso de otro modo y escribió una carta al autor (…) y señala que "la mayor parte de nuestros males físicos son obra de nosotros mismos. En cuanto a lo sucedido en Lisboa, convenga usted en que la naturaleza no construyó las 20 mil casas de seis y siete pisos y que, si los habitantes de esta gran ciudad hubieran vivido menos hacinados, con mayor igualdad y modestia, los estragos del terremoto hubieran sido menores, o quizá inexistentes" (…)
Tradicionalmente ha dominado la visión fatalista y la prevención se enfocó sin tener en cuenta las expresiones territoriales del desarrollo social. En los últimos años ha ganado terreno el otro punto de vista: catástrofes y desarrollo son dos caras del mismo fenómeno, lo que la polémica entre Voltaire y Rousseau ya insinuaba en el siglo XVIII. (da Cruz, 2003, P. 21)
¿Son caras de la misma moneda o es esconder la responsabilidad del individuo?
La responsabilidad estatal
Existen acciones que son de competencia estatal por su potencial de ordenar y llegar a toda la nación.
Los sistemas de emergencia, la enseñanza de la población y los planes de ayuda ante catástrofes, son áreas en las que el Estado puede y debe, jugar un rol fundamental dado que por ejemplo, en Chile al estar situado sobre la placa de Nazca, tener la cordillera y el mar a lo largo de todo el territorio, implica tener habitualmente terremotos, erupciones volcánicas y maremotos.
No sabemos cuándo exactamente, pero sabemos que seguirán pasando, como han pasado hasta ahora decenas de veces (desde que hay registros).
Entonces pasa a ser una eterna deuda del Estado el contar con buenos sistemas, porque como no son prioridad hasta que hay un desastre, suelen estar desactualizados o no existir.
La enseñanza en las escuelas ha de ir incorporando las nuevas convenciones, como que esconderse bajo el dintel de la puerta no es la opción más segura, pero también hacerse cargo de los adultos que ya tienen esa idea en la cabeza.
Por último los planes de contingencia debería existir y ser de fácil acceso para la población para cada una de las posibles catástrofes naturales habituales en el país.
Basta recordar el incendio de Viña de febrero 2024, en el que quedó en evidencia la falta de coordinación en la gestión de la emergencia y la posterior gestión de la ayuda, la que fue mejor canalizada por fundaciones y ONGs. Más que abogar por si debería o no ser el Estado, al menos creo que sí deberíamos todos tener claro quien se hace cargo, por ejemplo la Teletón y la rehabilitación.
Adicionalmente las disposiciones que el Estado, entendido como los tres poderes operando en sincronía, podría realizar como el estándar de construcción, los permisos para hacerlo en determinados lugares, etc. Son parte de las atribuciones con las que debería prevenir el impacto de las desastres.
Me parece que sólo en éste punto, podría existir alguna relación con el desarrollo, pero no es obligada. Porque sin la variable de qué hace la persona, no basta con tener las reglas de juego bien escritas.
La responsabilidad individual
Parto de la base que cada quien es el primer responsable de si mismo. Por lo mismo, si faltara todo lo anterior igual tenemos la facultad para ocuparnos. Como los desastres naturales están fuera de nuestro campo de acción y no podemos incidir en nada de ellos, sólo podemos controlar el nivel de destrucción que podrán ocasionarnos.
Si sé que las casas de adobe se caen para los terremotos y arriendo o tengo una, ¿cuál es mi plan para arrendar otra o construir una con distinta materialidad? Digo cuál es el plan porque quizás algunos puedan inmediatamente migrar de una residencia a otra, pero si no se puede entonces al menos un estoico tendría un plan y lo estaría siguiendo.
En el fondo, tal como decía Rousseau en su carta “convenga usted en que la naturaleza no construyó las 20 mil casas de seis y siete pisos” y así mismo, la naturaleza no fuerza a nadie a vivir en dichas casas en principio.
Claro que hay muchas razones que creemos que nos fuerzan a vivir en determinados lugares. Que la familia, que los amigos, que el trabajo, que es lo que conozco, que la liga de fútbol, etc.
También es usual encontrar falta de coraje para tomar decisiones inciertas. El coraje se vive cotidianamente al enfrentar nuestras incertidumbres a pesar de desconocer si resultarán nuestras intenciones.
Pienso que en ese sentido, la visión más fácil es echarle la culpa al empedrado de que lamentablemente no hay otra opción, cuando sí las hay. Pueden ser más lejos, pueden ser más caras, etc. Las opciones son muchas más de las que creemos, sólo que realmente no nos detenemos a imaginarlas.
Los empresarios y políticos inescrupulosos que ofrecen alternativas de bajo costo, pero con calidad deplorable son más culpables que el flojo que no es capaz de buscar otra alternativa, pero que tiene culpa de igual forma.
¿Estoy preparado?
Libros así me recuerdan que al menos deberíamos tener cada uno un plan de emergencia en caso de terremoto. Como vivo en departamento pasa a ser importante al menos tener una noción de qué hacer.
Ya lo hablamos a raíz del incendio, las tragedias ocurren como cisnes negros, eventos inesperados, pero que suceden. La pandemia que nadie vio venir es el ejemplo.
Hace tiempo lo conversamos con Marti para saber qué hacer si ella estaba en el hospital y yo en el departamento, pero como lo olvidé creo que sería bueno recordarlo.
¿Dónde te juntarías en caso de terremoto? ¿Qué sería lo primero que verificarías? ¿Hay un mueble que pueda entorpecer la salida de tu casa o algo que esté colgando y pueda peligrosamente caer con un movimiento telúrico?
Preparémonos para lo peor, esperando lo mejor.
Libro de la semana
📖 Título: 1960: Memorias de un desastre
✍🏻 Autor: Javier Hernández
✏️ Páginas: 210
📚 Editorial: Arte Sonoro Austral Ediciones
Una crónica del terremoto de Valdivia de 1960, que ha sido el mayor terremoto registrado en la historia.
Es un relato dividido en tres partes: lo que pasaba antes, con el contexto de la ciudad, el país, el mundo; lo que pasa al momento del terremoto, los daños, los maremotos, el cese de la comunicaciones; y el después, con la organización de la ciudad, la distribución de alimentos, el puente aéreo con niños yendo a Santiago para ser adoptados temporalmente, el Riñihuazo y su heroica gestión.
Finaliza con una reflexión sobre qué tan “desastre natural” es algo que sabemos que ocurre y que a pesar de eso seguimos construyendo con adobe y en las riberas de los ríos. Lo llevo al incendio de Viña y sus casas construidas en quebradas. Además, que existen conocimientos ancestrales que contienen “subir al cerro” y otras buenas prácticas que deberíamos valorar.
El 70% del libro son documentos de la época y entrevistas, que el autor va uniendo el relato y presentando la información.
Las entrevistas suelen estar mal redactadas porque supongo que es la traducción literal de una entrevista cara a cara y la gente acostumbra repetirse.
Lo recomendaría leer sólo si te gusta la historia y particularmente quieres entender el impacto del terremoto a nivel humano, persona a persona y no el impacto macro en el país, tema que no se trata.