(N°106) Sobre convivir cuando todo es a la carta
La dificultad de sostener vínculos en un mundo donde cada quien vive bajo sus propios algoritmos.
A veces tengo ideas que brotan lentamente. Surgen de una lectura, una serie, una conversación o una idea accidental. Luego toma forma, muta, se nutre de otras ideas y vuelve a cambiar. A veces se desmiente. Otras, resiste.
Una de esas ideas es que me da la impresión que en un mundo híper personalizado, nos cuesta cada vez más ceder en nuestras posiciones.
Pensemos por un momento en las sociedades antes de la electricidad. ¿Qué hacían después del trabajo? Yo supongo que se juntaban unos con otros a pasarlo bien, conversar, etc. De qué conversaban, qué jugaban o dónde se juntaban, era un acuerdo entre pares.
Con el nacimiento de la radio y la televisión, existía la posibilidad de entretenerse con múltiples estaciones en las que quizás una era de rock y la otra de jazz, o un canal daba las noticias mientras que en paralelo otro daba una telenovela. Las familias entonces acordaban que las tardes los niños vieran caricaturas, pero a las 22:00 los adultos verían las noticias y el clima del día siguiente.
Hace años, cuando compartía pieza con mi hermano, los hábitos se alineaban por simple necesidad de convivir.
Sin embargo, hoy es usual que cada quien vea lo que quiere, en el momento que quiere. Lo mismo pasa con la música. Y si lo llevamos más lejos: los recorridos del transporte público son fijos, pero los Uber te llevan desde y hacia donde tú quieras, cuando quieras.
Si queremos almorzar cosas distintas, es posible pedir a dos locales distintos. No hay necesidad de ceder, posponer nuestra dicha.
Esta semana terminé Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Y no pude evitar ver reflejos de esta idea en sus páginas. Vemos que las personas viven como disociadas y que contaban con unos dispositivos que se ponían en el oído y que les permitían escuchar sonidos particulares.
Pensando que lo escribió en 1953, para él debe haber sido algo grotesco que cada quien viviera su mundo, apartado del resto. Por supuesto que sólo estoy especulando, pero me da la impresión que la idea de tener una pareja acostada en la cama, cada uno ensimismado, es algo que plantea como parte del conflicto del protagonista.
Porque claro, la vida misma pareciera ser un esfuerzo en vano si no se tiene un objetivo. Es como el mito de Sísifo que condenado a subir una roca al tope de un monte, cada vez que lo logra la roca vuelve a caer y él, vuelve a comenzar. Ese sinsentido, podríamos decir que lo ataja el hecho al menos de que tiene un objetivo: subir la roca a la cima.
¿Qué tiene que ver el objetivo de la vida con ceder o dejar de hacerlo? Pues bien, cuando estamos solos podemos desarrollar nuestras expectativas a nuestras anchas. ¿Quieres viajar? Compras un pasaje. ¿Quieres cambiar un sillón al otro lado del living? Lo mueves. ¿Quieres dejarte barba? Listo. La vida es simple cuando se vive y se piensa solo.
Cuando comenzamos a pensar en dos, hay un otro que quiere también cosas. Muchas veces lo que quiere, se contrapone a lo que quieres. ¿Cómo lidiar con eso? Ahora suma al resto de tu familia a una conversación como definir el próximo lugar de vacaciones o el itinerario de las mismas.
Así puedes seguir ampliando el círculo y llegar a la ciudad o país en el que te encuentras y notarás que cada vez sería más difícil que nos pusiéramos de acuerdo, sobre todo sin tener la práctica de los círculos menores, ahí donde tenemos más confianza y más conocimiento del otro.
Cuando creamos desafíos como parejas, familias, ciudades, etc. a mayor sea el número de personas, más divergencia agregamos a las posibles soluciones. La personalización de la solución para cada uno de los involucrados es inviable.
De hecho volviendo a las vacaciones, es fácil imaginar que en una familia cuyos integrantes difieren drásticamente en sus intereses, una solución sea que cada uno visite los atractivos de la ciudad por separado. Por otra parte, ¿es aquello entonces una vacación familiar?
Me parece que, si queremos construir vidas en común —en pareja, familia o sociedad— necesitamos volver a ceder. Volver a acordar. Encontrar espacios donde todos podamos mirar la misma pantalla, a la misma hora, con disposición genuina.
Porque si no hay desafíos compartidos, lo común se disuelve. Aunque no lo notes: estás viendo tu serie favorita, a tu hora perfecta, comiendo tu comida ideal, al lado de alguien que hace exactamente lo mismo... pero distinto.
¿Realmente tienes planes compartidos con tu núcleo cercano? ¿O solo caminan juntos, pero cada quien en su propio mundo?
Te leo en los comentarios 🤓
Libro de la semana
📖 Título: Fahrenheit 451
✍🏻 Autor: Ray Bradbury
✏️ Páginas: 266
📚 Editorial: Colección Viva Leer, Editorial Planeta
Imagina una sociedad en la que las personas viven conectadas a sus pantallas mirando programas que les dan risa. Cada quien escuchando la música que quiere con audífonos. Cuya cultura es inexistente no por decisión de un gobierno, sino por la decisión inconsciente de todos.
Imagina también que en dicho mundo las casas son incombustibles y los bomberos cambian su función a apagar otro tipo de fuegos: el que producen los libros en las mentes adormecidas.
La verdad es que la novela me encantó. Es poderosa y tristemente actual a pesar de haber sido escrita en 1953.
Lo que aprecié es que no sea descriptiva del mundo en el que se encuentra, sino que vamos siguiendo al bombero Guy Montag y su quiebre con el mundo del que forma parte.
Es una novela que cínicamente muestra el futuro, nuestro presente. La guerra siempre presente en el fondo, lejos, pero con un posible impacto inmediato en tu vida.
Esta versión del libro en particular tiene además dos cuentos y un posfacio escrito 40 años después. No sé si todos los de editorial Planeta contengan la misma estructura, ¡ideal que así sea!
No había leído nada de Ray Bradbury, pero es un escritor que te envuelve con situaciones cuyas alternativas son ambiguas y no es simple distinguir entre lo bueno y lo malo realmente. Te lo recomiendo.
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Poderosa reflexión la del final!
Las redes “sociales” te dan la idea de que estamos más conectados que nunca y con más gente que antes. Pero no nos damos cuenta de que a costo de desconectarnos de quién tenemos al lado.
Totalmente de acuerdo en que los desafíos/proyectos en común sirven como un catalizador para desarrollar relaciones más profundas y duraderas.
Por último, sí te gustó Bradbury sigue con Crónicas Marcianas, uno de mis libros favoritos. Un clásico de la ciencia ficción con mensajes potentes muy actuales en cada historia del libro.
Me hace sentido tu reflexión, gracias. Al final el crear un “nosotros” va más allá de ser 2 “yo-es” que caminan juntos. Esto pienso tiene que ver también con el descenso de la natalidad.
Se extrañaban tus escritos.