(N°107) Sobre vivir el proceso (aunque dé flojera)
Una reflexión sobre el tiempo que vivimos, el que evitamos y cómo darle valor al proceso
Cuando manejaba de Santiago a Viña del Mar, siempre me daba la impresión que en algún tramo yo dejaba de poner atención y no recordaba haber pasado por Casablanca o por Curacaví. Como si la monotonía de la ruta me juntara todo el proceso del viaje en una sola foto.
Esos viajes me los recordó un mail del newsletter que tiene Ali Abdaal, en el que comenta un ejercicio mental muy simple, pero que me gustó porque permite mirar tu día desde otro punto de vista.
¿Qué estás haciendo ahora mismo?
¿Cuánto tiempo va a durar esta actividad?
Si pudieras adelantar el tiempo y saltarte este momento —sin consecuencias negativas—, ¿lo harías?
La idea no es pensar en dejar de hacer las cosas, sino evitar experimentarlas. Si estás preparando un café, por ejemplo, podrías aparecer con la taza ya lista, pero sin haber vivido el proceso.
En el libro What We Owe the Future, el filósofo Will MacAskill describe un experimento en el que psicólogos entrevistaron 8,500 personas con esas preguntas entremedio del día.
¿El resultado? La gente eligió saltarse, en promedio, el 40% de su tiempo despierta. Casi 6,5 horas diarias que preferían no vivir.
Querían el resultado, pero no la experiencia. El café, sí. El hacerlo, no. El cuerpo post-gimnasio, sí. Las sentadillas, no. El mail enviado, sí. El redactarlo, no.
Esa idea me quedó dando vueltas. ¿Cuánto de mi propio día querría saltarme?
Sin pensarlo mucho, diría que un 30%.
✖️ Hacer almuerzo —me gusta comer, pero cocinar, esperar y lavar platos...
✖️ Escribir —cuando tengo una idea, genial. Sino es difícil la página en blanco.
✖️ Ir al gimnasio —es agradable la sensación después, pero despertar a las 5:40 en ningún caso.
Y sin embargo, hay otras cosas que jamás querría saltarme:
✔️ Hacer el café de la mañana
✔️ Caminar hacia alguna parte sin apuro
✔️ Leer un libro
Todo esto me llevó a pensar en una pregunta incómoda:
¿Es posible disminuir o cambiar la manera que hago las cosas? Porque si una parte importante de nuestras horas conscientes se siente como relleno… tal vez no es solo que estemos ocupados, sino que estamos mal ocupados.
MacAskill sugiere que hay al menos tres formas de reducir el “porcentaje saltable” de tu día:
1. Hacerlo divertido 🎵
Si algo te aburre, cámbiale el contexto.
Escucha música mientras cocinas, haz ejercicio con alguien, convierte las tareas en pequeños desafíos. No todo tiene que ser épico, pero sí puede tener ritmo.
2. Foco a lo importante
Hay cosas que simplemente podrías dejar de hacer.
Delegar correos. Automatizar respuestas. Cambiarte de trabajo o rutina si todo se siente como algo que preferirías esquivar.
3. Cambia el enfoque 🧘
Esta es la más difícil. ¿Qué tal si esa fila en el banco se transforma en una oportunidad para observar? ¿O si esa reunión eterna es tu entrenamiento secreto de paciencia?
No se trata de romantizar todo, pero puede ser un ejercicio estoico el convertir el tedio en algo interesante.
Así que:
¿Cuánto de tu día estarías dispuesto a saltarte? ¿qué tendría que pasar para que no quisieras saltarte nada?
Te leo en los comentarios 🤓
Libro de la semana pasada
📖 Título: Fahrenheit 451
✍🏻 Autor: Ray Bradbury
✏️ Páginas: 266
📚 Editorial: Colección Viva Leer, Editorial Planeta
Imagina una sociedad en la que las personas viven conectadas a sus pantallas mirando programas que les dan risa. Cada quien escuchando la música que quiere con audífonos. Cuya cultura es inexistente no por decisión de un gobierno, sino por la decisión inconsciente de todos.
Imagina también que en dicho mundo las casas son incombustibles y los bomberos cambian su función a apagar otro tipo de fuegos: el que producen los libros en las mentes adormecidas.
La verdad es que la novela me encantó. Es poderosa y tristemente actual a pesar de haber sido escrita en 1953.
Lo que aprecié es que no sea descriptiva del mundo en el que se encuentra, sino que vamos siguiendo al bombero Guy Montag y su quiebre con el mundo del que forma parte.
Es una novela que cínicamente muestra el futuro, nuestro presente. La guerra siempre presente en el fondo, lejos, pero con un posible impacto inmediato en tu vida.
Esta versión del libro en particular tiene además dos cuentos y un posfacio escrito 40 años después. No sé si todos los de editorial Planeta contengan la misma estructura, ¡ideal que así sea!
No había leído nada de Ray Bradbury, pero es un escritor que te envuelve con situaciones cuyas alternativas son ambiguas y no es simple distinguir entre lo bueno y lo malo realmente. Te lo recomiendo.
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