Una de las conversaciones recurrentes que he tenido en los últimos 3 o 4 meses redunda en el trabajo y la felicidad. En cuánto más trabajar o cuánto menos. En si vale el esfuerzo el estudio extra o el cargo con más responsabilidad.
Obviamente que cada uno de esos temas tiene diferentes aristas y son muy propias de cada uno las respuestas, sería poco empático y bastante dictatorial suponer que existe una respuesta correcta o única.
Lo que sí veo como hilo común es que le pedimos a nuestros trabajos, sean públicos o privados, cada vez más cosas. No solo que se hagan cargo de nuestros sueldos, sino de nuestra calidad de vida, de nuestra salud física y mental, de nuestro clima laboral, de nuestro desarrollo profesional, desarrollo personal e incluso llegando a depositar la confianza de nuestro futuro en sus manos.
¿Cómo hemos llegado a tal grado de desconexión con el resto de los asuntos de nuestra vida como para poner “todos los huevos en la misma canasta”?
Esta semana terminé un libro muy interesante sobre la depresión, que explora y a mi parecer derriba, la creencia expandida de que la depresión se gatilla por un desajuste en el cerebro de la persona. En otras palabras, que la única razón que existe para que tengas depresión es un exclusivamente biológica y ha de ser tratada con tal o cual fármaco.
El autor explora, de la mano de distintos especialistas y expertos, nueve causas entre sociales, psicológicas y biológicas. Luego en la segunda parte del libro algunas ideas para solucionar las causas sociales y psicológicas particularmente.
¿Por qué me parece importante esto? Pues porque la primera de las desconexiones que aborda es la desconexión con un trabajo significativo. Un trabajo significativo es aquel que te da control sobre lo que haces y que tiene balance entre esfuerzo y beneficio.
Pensémoslo al revés. Si en un trabajo no soy capaz de decidir “cómo” hacer lo que tengo que hacer, donde tengo absolutamente todo estructurado y nadie considera mi opinión para mejorar el proceso, me produce frustración con respecto al “para qué hago lo que hago”.
Así mismo si crees que estudias mucho, haces diplomados, magíster y cursos o que tienes un exceso de trabajo para la remuneración que recibes, pero nadie valora ese extra, probablemente también te sientas frustrado y deprimido.
Pero adicionalmente, el libro aborda (entre otras causas de depresión):
la desconexión con otras personas,
la desconexión con el estatus y el respeto
y la desconexión con un futuro esperanzador.
Cada una de estas desconexiones es una fuente de ansiedad en sí misma. El sentirse que a nadie le importas y que eres un ciudadano anónimo más. Que seas la última persona de una pirámide o pierdas una posición en la que tenías respeto. Que no puedas proyectar tu futuro porque tu presente es inestable.
La desconexión que tenemos con la sociedad nos lleva a buscar algo que nos de sentido y esa búsqueda la llevamos al trabajo: a falta de clubes, iglesias o familias y por el exceso de “lo laboral” que permea todos los espacios gracias al celular y su ubicua posición en nuestras manos, terminamos creando una falsa asociación en la que el trabajo ha de ser la fuente de sentido, felicidad y satisfacción sostenida en el tiempo.
Queremos tener un buen clima laboral. Queremos cargos rimbombantes y ser reconocidos. Queremos que nuestras empresas nos den estabilidad, proyección de carrera y seguridad en el futuro.
No me suena alarmante porque es lo que estamos acostumbrados hoy a buscar. ¿Pero por qué debe ser así? ¿por qué no puedo yo aportar a tener un gran clima laboral, trabajar con excelencia sin importar si me aplauden o no, o procurar ahorrar voluntariamente para una mejor vejez?
Respondiendo entonces a por qué hemos llegado a esto, es posible que poco a poco, dejamos permear el trabajo en la vida, no solo por la tecnología sino por la constante exposición de referentes culturales que viven trabajando porque aman lo que hacen y eso termina por crear esta idea común de que si odias los lunes, entonces estás mal enfocado y deberías buscar en tu interior aquello que te apasiona.
Luego esa pasión, tan indefinible y esquiva como el Santo Grial, será la solución a todos tus problemas, porque si lo que haces todos los días te gusta, se acaban todos tus problemas.
Aquí aparece otra de las desconexiones que aborda el libro y es la de los valores significativos. El autor plantea que los valores chatarra de la sociedad, como ser materialista, tienen al menos cuatro efectos negativos:
Pensar extrínsecamente (por ej. cómo se ve la persona o qué auto tiene) reduce la profundidad y duración de tu relación con otras personas.
Si haces algo no por hacerlo, sino por esperar un resultado (ej. que me paguen por tocar guitarra), no logras disfrutar el momento.
Estás todo el tiempo pensando en “qué estará pensando el resto” de las personas sobre ti.
Todos tenemos la necesidad de sentirnos conectados, valorados, seguros, etc. pero las personas materialistas persiguen un estilo de vida que aporta poco en alcanzar esos estados.
Uno de los experimentos que relata el autor en este capítulo, trata sobre dos grupos de niños a los que les pedían elegir entre jugar con (a) un niño, el cuál describían los investigadores como simpático, o con (b) un niño que tenía un juguete, pero que los investigadores describían como muy pesado. La diferencia entre ambos grupos de niños era que a un grupo les mostraron dos comerciales de TV en el que se veía el juguete del niño (b).
El grupo que no veía el comercial, prefería jugar mayoritariamente con el niño simpático (a). El grupo que veía el comercial, mayoritariamente prefería jugar con el niño (b) a pesar de ser pesado.
Si sólo dos comerciales fueron capaces de un cambio drástico en la elección, ¿qué nos hace a nosotros toda una vida de estar expuestos a imágenes de personas que son de una determinada contextura, que usan determinadas marcas, que se expresan de cierta manera?
Los valores no los arreglará tu trabajo, pero sí es posible que tus valores se reflejen en tu trabajo.
Me parece oportuno que te preguntes si estás bien con tu trabajo y si tu respuesta es negativa, que puedas aislar concretamente qué es aquello que crees que te está faltando.
Analiza si no será algo que debería buscar fuera del trabajo en un partido de fútbol con amigos, en invitar a tus papás a comer o en hacer un presupuesto de gastos para ordenar tus gastos.
¿Estás satisfecho con lo que haces diariamente?
Libro de la semana
📖 Título: Lost Connections
✍🏻 Autor: Johann Hari
✏️ Páginas: 319
📚 Editorial: Bloomsbury Publishing
Un libro que busca aclarar qué produce depresión en las personas, partiendo de la base que la historia que se contaba en los 90’s de que sería por un desajuste en tu cerebro, es hoy una historia incompleta.
El autor, quien tuvo depresión por años, comienza a entrevistar a múltiples expertos que van comentando las investigaciones realizadas los últimos años y llega a la conclusión de que la depresión se produce por la desconexión.
Desconexión que agrupa siete aristas explicando que podrían haber más: trabajo significativo, otras personas, valores significativos, traumas infantiles, estatus y respeto, el mundo natural y un futuro seguro y esperanzador, además del rol de los genes y los cambios en el cerebro.
La segunda parte del libro, explora posibles soluciones. Dichas soluciones siempre son sistémicas, no individuales porque es ahí quizás la principal tesis del autor: que si el problema no se origina en el individuo, entonces el individuo no debería hacerse cargo solo.
Más allá de las implicancias que explora en las distintas soluciones propuestas, me pareció extremadamente ilustrador sobre todo para mí que por suerte no he vivido periodos de depresión y me ayudó a imaginar el amplio espectro de orígenes que hacen que sea cada vez más común.
Muy recomendado.
[…] El peor estrés para la gente es no tener que asumir mucha responsabilidad. Es, me dijo, tener que soportar “trabajo [que] es monótono, aburrido, que destruye el alma; [donde] mueren un poco cuando vienen a trabajar cada día, porque su trabajo no toca ninguna parte de ellos que sea ellos”. Joe, entonces, en su taller de pintura, según este estándar real, tenía uno de los trabajos más estresantes que hay. “El desempoderamiento”, me dijo Michael, “está en el corazón de la mala salud” — física, mental y emocional.
The worst stress for people isn't having to bear a lot of responsi-bility. It is, he told me, having to endure "work [that] is monotonous, boring, soul-destroying; [where) they die a little when they come to work each day, because their work touches no part of them that is them." Joe, then, in his paint shop, by this real standard, had one of the most stressful jobs there is. "Disempowerment," Michael told me, "is at the heart of poor health" —physical, mental, and emotional.
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