Esta semana terminé un curso sobre J.R.R. Tolkien, cuyo foco era la literatura fantástica y diversos aspectos de la misma relacionada a la obra del escritor inglés.
En medio de la tercera y última sesión, que abordaba las representaciones cinematográficas, teatrales y pictóricas, el profesor Eduardo Segura explicaba que el problema de ver una película es que para bien o para mal, te gustara o no el casting de la película, te iba a concretizar la fantasía. Para siempre Frodo será Elijah Wood y Gandalf Ian McKellen.
En principio dije “bueno, está exagerando si qué tanto problema puede haber con que sea ese y no otro actor”. Pero el punto es que ahora, cada vez que pienses en un hobbit te imaginarás la comarca con la música de Howard Shore.
¿Es posible que salgamos de eso? ¿Cuántos otros conceptos los tenemos capturados por películas, imágenes o antiguos conceptos?
El canon
Revisando la definición según la RAE, me gustaría dejarles algunas que nos pueden ilustrar:
1. m. Regla o precepto.
3. m. Modelo de características perfectas.
4. m. En arte, regla de las proporciones de la figura humana, conforme al tipo ideal aceptado por los escultores egipcios y griegos.
5. m. Catálogo de autores u obras de un género de la literatura o el pensamiento tenidos por modélicos.
13. m. Mús. Composición de contrapunto en que sucesivamente van entrando las voces, repitiendo o imitando cada una el canto de la precedente.
14. m. Rel. Decisión o regla establecida en algún concilio de la Iglesia católica sobre el dogma o la disciplina.
19. m. pl. Conjunto de normas o reglas establecidas por la costumbre como propias de cualquier actividad. Torear según LOS cánones. Visitó a todos los directivos de la empresa, como mandan LOS cánones.
En resumen, se usa para definir una regla y generalmente aplica a las artes. Luego probablemente se hereda a la iglesia y por consiguiente a cualquier actividad.
Aquello que todos consideramos como evidente, como algo que no se discute que sea de otra forma. Tanto así como lavarte los dientes antes de dormir, saludar al hablar con alguien o levantar la mano para golpear la puerta.
Cuando miramos a nuestro alrededor y vemos a las personas vestidas de una cierta manera, las escuchamos hablar con ciertas palabras, prendemos la radio y escuchamos ciertos tipos de mensajes y canciones, de alguna forma eso nos va moldeando nuestras costumbres.
Hace años, era usual que las familias vieran las telenovelas y tomaran once viendo juntos el nuevo episodio de la serie. Cuántos no tuvimos que llamar al teléfono de la casa de un amigo para saber si estaba en casa, si quería ir a jugar y luego acordar una hora. Lo mismo con preguntarle a alguien en la calle si conocía tal calle o tal avenida. Hace décadas la gente incluso guardaba su mejor ropa para el domingo, porque era el día para ir a misa.
En esos ejemplos nadie individualmente decidió que ya no fueran apropiados, sino que la sociedad como un todo comienza paulatinamente a transitar de un estado a otro y de repente, todos andamos con Google Maps en los bolsillos sin tener que preguntarle a nadie la dirección.
¿Cómo nos afecta?
Podríamos decir que entendiéndolo como las reglas implícitas de las sociedades en que vivimos, diría que nos ayuda a decidir menos.
Si tuvieras que vestirte formal, ¿qué te pondrías? ¿un vestido, un terno o un traje de baño con maquillaje o corbata? ¿por qué no lo último?
Yo viví en varias partes de Chile cuando chico y por ejemplo algo tan básico como levantar la mano para preguntar aprendí que decían “profesora”. Al año siguiente en otra ciudad, otro colegio, levanté la mano y al decir “profesora” mis compañeros hicieron “wooo, se dice miss”. Al año siguiente, en otra ciudad, en otro colegio, levanto la mano y digo “miss” y “wooo, se dice señorita”. En fin, lo mismo con varias palabras, con los juegos que se jugaban, con las canciones que se escuchaban.
Si bien cada vez por la conexión a internet, la sociedad global tiende hacia un mismo lugar, existen sutilezas en las interacciones humanas que es bueno considerar y comprender que las cosas no son de una manera. Sólo acordamos implícitamente que así se hace. Como que en Talca humedezcan el pan de completo, eso es de ellos.
Pero si soy único ¿no debería romper con el canon?
La verdad es que en principio sí, pero sólo en aquello que te importa. ¿Es realmente importante para ti ir con traje de baño a un matrimonio? De ser así, me parece razonable hacerlo.
Porque todos en definitiva, hacemos muchas cosas como otros, pero no todo ni en todo momento.
Imagina que estás en la Florencia renacentista y los grandes maestros están vivos y produciendo como locos. El David acaba de salir de su cubo de mármol, la Venus de Boticelli se muestra al mundo cubriéndose o la mueca de la Mona Lisa comienza a ser un enigma para quien la ve.
¿Cómo podemos pasar de eso a La noche estrellada de Van Gogh La persistencia de la memoria de Dali? ¿Del David al WC de Duchamp?
Lo mismo lo podemos ver reflejado en la música pasando de la complejidad de Bach, al saltarín Mozart, al apasionado Beethoven, pasando a la nostalgia del blues, la euforia del jazz, el azote del rock, con cada vez más herramientas para hacer música. Rompiendo moldes, mezclando música y baile, música e imágenes, música digital, música mezclada.
Así sucede en cada arte, porque aquello que se estima que es lo supremo, luego alguien quiebra la regla para aumentarla y agregar una nueva definición, tal como la propia palabra canon que incluye hasta el arriendo que pagas.
La sutileza
Cuando te pasaban en el colegio la historia, lo hacían con estos grandes nombres “Edad Media”, “Ilustración”, “Guerra de independencia”, etc. Cada uno de esos nombres y esas características que los distinguen del periodo anterior y el siguiente, es una noción posterior.
No nos despertaremos mañana y diremos “Se sintió bien el cambio de Edad Contemporánea a Edad Artificial, ya estaba aburrido”. La distancia que da el tiempo nos permitirá identificar los puntos de cambio, como que el lanzamiento de la red 4G es quizás la explicación de la ubicuidad de Google Maps en nuestros bolsillos (y todo lo demás).
De la gran mayoría de los canones, no nos daremos cuenta. Tampoco de cuándo estos cambian o hacia qué cambiarán. Hoy nadie puede predecir con exactitud lo que pasará con la inteligencia artificial y qué será obvio en 10 años más mirando hacia atrás.
Cuando seas experto, seca, crack, la mami, el papá de los helados, sí notarás el límite. Porque lo estarás viendo, sabrás que quieres hacer algo distinto a lo que te enseñaron.
El canon en ese entonces será la diferencia entre viajar en tren y en auto. Llegarás más rápido en uno, pero en el otro podrás parar y dirigirte donde quieras.
Libro de la semana
📖 Título: Chamanes eléctricos en la fiesta del sol
✍🏻 Autora: Mónica Ojeda
✏️ Páginas: 287
📚 Editorial: Random House, Penguin Random House
Una novela sobre música, ritos y cultura andina. También de búsqueda: de un padre y de razones para vivir.
Noa se escapa con su amiga Nicole a la famosa fiesta del Ruido Solar en lo alto de un volcán. En el camino y en la fiesta, se unen a grupos de personas que perdidas, quieres encontrar en la música las respuestas que buscan.
Es como si intuyeran que el ritmo secreto de Los Andes y el misticismo de la montaña, los llenará de sentido. El sentido que los esquiva en la violencia que viven en sus barrios en Ecuador.
La novela tiene una estructura coral, porque es contada a través de las distintas voces de sus personajes. La única que no habla es Noa que armamos como un puzzle con la visión del resto.
El sonido, el ritmo, la poesía y la música es parte fundamental de la novela. Se lee, se ve en la estructura de sus páginas y se siente en las frases e imágenes que vas formando. También la violencia y la muerte está presente todo el tiempo, a veces como frase al pasar y otras como evento clave.
Me atrevo a decir que la novela misma es “ruidosa”: entre el ruido que cada personaje y sus tramas cuentan, entre el ruido de frases que parecen sacadas de la mente de personas en trance, encuentras una belleza terrible en el silencio.
Que buena columna. Es un tema que también me interesa y me mostraste otros puntos de vista. Gracias.
Para aportar un detalle que no esta directamente relacionado con el tema. Volviendo al inicio de personajes de libro y luego Tv, desde las neurociencias, las pantallas generan un efecto más intrusivo en el cerebro donde hay menos filtros de la consciencia, por eso “se impone la imagen”. El libro es al revés, aumenta la reflexión e impone menos. Invita al desarrollo.
De ahí que recuperar el arte de escribir y leer, es recuperar el arte de saber pensar y reflexionar. Algo tan humano y que hoy a veces parece infrecuente.
Gracias Fran por tus reflexiones escritas que re- humanizan.