Cuando leemos noticias sobre política o que estén ligeramente relacionadas, como fraudes, corrupción, colusión, etc. Y leemos los comentarios de la gente nos enfrentamos a una situación de blanco contra negro. De uno mejor que el otro y viceversa. Una conversación usando teléfonos con el parlante malo.
Una de las razones por las que esto se produce es porque nos acostumbramos a recibir una respuesta correcta. Ya nos dijeron en el colegio que hay una respuesta que es correcta y otra incorrecta. Una respuesta como la única viable para cualquiera sea el problema que enfrentemos.
¿Pero es realmente así? ¿todas las cosas tienen una sola razón de ser? Pocos hacen el ajuste que produce la madurez de entender que sí, hay más de una respuesta correcta.
De naturaleza contraria
Yuval Harari, el historiador y escritor que se hizo mundialmente famoso por su libro “De Animales a Dioses: Breve historia de la humanidad”, relata en ese mismo, que los seres humanos solemos albergar ideas contrarias como ciertas al mismo tiempo.
Algunos ejemplos:
Capitalismo y religión: Por un lado crecimiento económico, consumo y acumulación de riqueza y por el otro humildad, desapego material, trascendencia. Somos capaces de simultáneamente querer más, para darnos vuelta y ayudar al que lo necesita.
Nacionalismos y globalización: Ideas como la soberanía e identidad nacional, se mezclan con las ideas de integración e interdependencia económica. Nos encanta viajar para conocer la cultura local, pero a su vez, preferimos la comida importada que la comida casera.
Individualismo y sociedad: En el mundo occidental la idea del individuo es predominante, pero a su vez, todos los individuos que componen esas sociedades estamos regidos por normas y leyes que las limitan. Felices de nuestra libertad, pero creamos SoSafe para vigilar nuestros entornos en busca de cualquiera que atente contra ella.
Esas ideas aunque súper generales, permiten establecer que a grandes rasgos, vivimos entre los extremos y no en los extremos.
Por eso a pesar de que en los colegios nos inculquen la idea de una sola respuesta correcta, los años deberían enseñarnos que existen varios contextos en los que hay diferentes respuestas y todas pueden ser correctas: en políticas públicas, en la dinámica de las relaciones, en ser padre o madre, etc.
A la sociedad le pasa, al individuo también
Estos debates sobre el devenir del mundo que se dan en la academia o entre intelectuales, tiene una relación directa y más concreta cuando vemos una persona en particular y cómo administra ideas contrarias.
En la autobiografía de Frederick Douglass, un esclavo estadounidense que se escapó y logró ser un intelectual a favor de la abolición de la esclavitud, hace un recuento crudo de lo que vivió en sus años como esclavo. Pero lo que nos muestra es esta hipócrita incongruencia de los esclavistas cristianos:
El hombre que revolea el rebenque sangriento durante la semana se asoma al púlpito los domingos y declara ser un pastor del modesto y sumiso Jesús. El hombre que me roba mis ingresos al final de cada semana se encuentra conmigo el domingo, oficiando como líder de asamblea religiosa con el propósito de indicarme cómo vivir y señalándome el camino a la salvación. Aquel que vende a mi hermana para prostituirla da un paso adelante y se yergue como un piadoso defensor de la castidad. El mismo hombre que proclama la lectura de la Biblia como un deber religioso me priva del derecho a instruirme y aprender el nombre del Dios que me creó.
(…) ¡Tenemos compraventas de hombres para construir iglesias, mujeres a la venta para apoyar el evangelio, venta de niños para comprar Biblias y dárselas a los pobres bárbaros! Todo por la Gloria de Dios y la salvación de las Almas!
Los esclavistas vivían una vida incongruente mirada desde los valores cristianos que profesaba Frederick. Ellos se habrán justificado con algún argumento racial, pero a la luz sólo de la religión no hay coherencia.
Es usual que alguien piense que es súper coherente o congruente en la toma de sus decisiones. Incluso que tiene motivaciones bondadosas para hacer algo. Pero esas personas suelen encontrar al menos un detractor que les dirá que lo hacen por otro motivo.
Hace algunos años cuando trabajaba en una aerolínea local, se formó un gran revuelo porque anunciaron un cambio en el beneficio que teníamos de pasajes con tarifas rebajadas. El anuncio detallaba que ahora sólo podríamos agregar a los papás o a una sola persona (hermano, pareja, amigo, etc.).
Hasta ese momento quienes trabajábamos podíamos agregar a una persona más toda la familia directa (padres, hermanos, pareja e hijos) y todos ellos podían comprar pasajes a precios muy inferiores a lo normal, pero sujetos al espacio que hubiese disponible en el avión.
¿Cuál fue el comunicado oficial? Que como eran pasajes sujetos a espacio y había tanto familiar metido en el beneficio, los empleados terminaban sin poder aprovechar el beneficio.
¿Qué pensaron los más afectados y los cínicos? Que era una medida para ahorrar costos, porque obligaba a que ahora de la familia sólo algunos tuvieran pasajes con descuentos y el resto nada.
¿Cuál crees tú que es la correcta? Las dos eran ciertas simultáneamente.
En el libro “Ellas Hablan” (que reseño abajo en la sección de Libro de la semana) en que un grupo de mujeres menonitas debate si irse o no de la colonia, una de las mujeres le pregunta a otra cual es la razón por la que no moriría por la causa:
¿Porque no te gustaría convertir en asesina a otra persona, pregunta Ona, o porque valoras tu vida individual por encima de la causa?
Esa pregunta en el contexto de una congregación religiosa de férreas creencias, sobre todo el pacifismo. Nunca se me había ocurrido no querer morir para que a mi eventual asesino no lo metan preso. Pero no porque sea rebuscada o porque nunca la hayamos pensado, es una respuesta que sea falsa en todos los casos.
Por eso siempre puede venir alguien y acusarnos de hacer las cosas por un motivo que nunca se nos habría ocurrido, pero no por eso deja de ser posible haberlo hecho por eso. Las consecuencias de las acciones son más complejas que una simple suma de dos más dos.
El peligro hoy
El intento de asesinato de Donald Trump esta semana nos recuerda que a pesar de los derechos humanos, de la libre expresión, etc. hay gente capaz de dispararle a otro por, esencialmente, pensar distinto.
El problema en sí no es tanto que haya una persona capaz de hacerlo, sino que haya una masa celebrando y otra abucheando el resultado. En el libro “Radical American Partisanship” los investigadores hicieron varias encuestas que mostraban una tendencia clara de que la política estadounidense está tomando un giro más radical en el tipo de oposición:
El 60 por ciento de los republicanos y demócratas creían que el otro partido era una “amenaza”; el 40 por ciento creía que era “malo”; El 20 por ciento creía que sus miembros “no eran humanos”.
En política es quizás el ambiente en el que más respuestas pueden ser simultáneamente ciertas. No existen soluciones que resuelvan todo o que no tengan otros efectos secundarios.
Es ridículo que asumamos que quien piensa distinto a nosotros no es humano.
Te invito a ser consciente de que el otro puede también tener la razón y la única forma de notarlo es escuchando.
Libro de la semana
📖 Título: Ellas hablan
✍🏻 Autora: Miriam Toews
✏️ Páginas: 190
📚 Editorial: Sexto Piso, Colección Narrativa
Esta novela cuenta la historia de un grupo de mujeres que debaten si irse o no de la colonia menonita en la que viven porque descubrieron que un grupo de hombres de la colonia las violaban mientras dormían. Como saben que estarán obligadas a perdonar por su fe, deciden cuestionarlo todo.
La historia la escribe August, a quien le piden hacer una bitácora de la discusión porque las mujeres no saben leer ni escribir en la colonia. August tiene un pasado perturbador que lo mantiene mentalmente castrado y que iremos descubriendo.
“Ellas hablan” nos muestra un mundo anacrónico, machista, que da rabia. No da matices de por qué perpetúan ese tipo de colonias, pero entra de lleno al debate de por qué no deberían continuar.
Si bien la historia en sí es interesante sobre todo con sus discusiones dogmáticas entre las mujeres, los diálogos son ágiles aunque enredados porque cada personaje es irrelevantemente distinto y las preguntas que debaten son ingeniosas, pero pareciera ser que sólo la “díscola” es la que va empujando la conversación con sus preguntas.
También me pareció a ratos mal lograda la transcripción de August: era capaz de divagar en extenso sin perder el hilo de lo que dicen las mujeres y otras veces no podía por una breve interrupción.
Este diálogo me quedó dando vueltas, ¿no queremos morir por otros o por nosotros? Difícil respuesta para quien es fanática:
Pero ¿dejarías que te mataran por nuestra causa?, pregunta Ona.
Bueno, en fin, lo ideal sería que no, contesta Salome.
¿Porque no te gustaría convertir en asesina a otra persona, pregunta Ona, o porque valoras tu vida individual por encima de la causa?
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