Tras la Fachada: Más Allá de la Primera Impresión
Explorando la Riqueza Oculta Detrás de los Prejuicios
Imagina que estás en la escuela de negocios de Stanford, una de las más prestigiosas del mundo y la más prestigiosa en temas de emprendimiento, haciendo un magíster de administración de empresa (MBA por sus siglas en inglés).
Dentro de tu currículo, puedes elegir múltiples ramos distintos para ajustar tu aprendizaje a tus intereses. Como el nivel de profesores es muy alto, suelen llenarse los ramos que son más populares. Por esa razón, a los estudiantes se les brinda una “bala de plata”, que la pueden gastar en cualquiera de los ramos y se les asegura un cupo.
Utilizas la bala en un profesor mítico, que solía invertir o canalizar inversiones en las ideas de sus alumnos.
Con ansias esperas la primera clase, y llegas 10 minutos antes. En la sala hay un señor de unos 60~70 años sentado que te saluda y dice llamarse “Juan Pérez”, se ríe. No entiendes el chiste, pero te sientas a su lado en silencio a esperar que parta la clase.
Cuando comienzan a llegar tus compañeros se dan cuenta de quién es el que está a tu lado: el invitado estrella del profesor para esa clase.
Está claro que no tenemos cómo conocer a todo el mundo. Además, evolucionamos para ser prejuiciosos y hacernos una idea rápida de alguien utilizando el conocimiento previo: si la persona era inteligente y usaba anteojos, asumirás en un principio que alguien es inteligente por sus anteojos. Si era deportista y flaca, asumes que las flacas son deportistas. Que si usa cadenas le gusta el rap o si usa pelo largo y polera negra, seguro le gusta el metal.
Cualquiera de esos ejemplos anteriores son ideas aproximadas de nuestro entorno para captar, rápidamente, si estamos en peligro o no. Si tengo que cruzar la vereda porque viene “un care’malo” o no. Por eso son valiosos en ciertos contextos.
Lo interesante es que esos mismos prejuicios, nos inhiben de ver al otro como alguien que sepa algo que nosotros no sabemos. Los prejuicios nos sesgan de ver a otra persona como experta en algo que no sabemos. Como una persona que, si entabláramos una conversación, nos sorprendería de lo mucho que sabe del campo, de su ciudad natal, de una banda de música, de nutrición, de química, de inversiones, de insectos, etc.
Vemos a las personas por lo que son, no su potencial.
Digamos que te gustaría hacer ejercicio y no sabes por dónde empezar, pero decides que le preguntarás a uno de tus amigos. Los imaginas a todos y te decantas por el más musculoso, el que asumes que sabe cómo hacer ejercicio. Fácil de evaluar, pero ¿cuántos amigos van al gimnasio varios días hace años? ¿O que corren maratones? ¿Triatlones? Quizás no se ven inflados, pero claramente saben un montón sobre la práctica de ejercicio.
Entonces si la profundidad de conocimiento en un área, el deporte, es difícil de evaluar sólo pensando en el exterior de la persona. Sumado a que el deporte quizás es de los pocos conocimientos que pueden tener impacto en el exterior de la persona, ¿cómo evaluamos lo que alguien sabe? ¿Lo que ha vivido?
¿Existe la cara de PhD?
El protagonista de la historia del comienzo de esta entrada, es Marcos Galperín, fundador de Mercado Libre. La persona con la que compartió en silencio 10 minutos solo, mientras llegaban sus compañeros y el profesor, era Warren Buffett, el inversionista más conocido del mundo y según Forbes éste año, la quinta persona más millonaria del mundo.
Todos estamos expuestos a que la anticipación de lo que queremos hacer, el ensimismamiento que produce estar todo el tiempo con la pantalla en la mano, la tendencia de igualar vejez con obsolescencia, el ego o una mezcla de todo eso, nos evite descubrir en el otro algo interesante que conversar y aprender.
Estoy leyendo
¿Quién le teme a la poesía? - Marcela Labraña, Macarena Urzúa, Felipe Cussen, Manuela Salinas y Gastón Carrasco
Este es un poema
totalmente accesible.
No hay nada
en este poema
que sea en modo
alguno difícil
de entender.
Todas las palabras
son simples &
van al grano.
No hay conceptos
nuevos, ni
teorías, ni
ideas confusas.
Este poema
no tiene pretensiones
intelectuales. Es
pura emoción.
(Charles Bernstein, «Gracias por dar las gracias»)
(...)
En rigor este texto admite dos lecturas contrapuestas: puede considerarse desde una perspectiva totalmente plana, es decir, como un gesto tautológico, en el que el poema sólo dice lo que dice y nada más, o puede leerse como una ironía, como un perfecto ejemplo de que las palabras ocultan mucho más de lo que dicen. Es, a la vez, fácil y difícil, quizás como toda la poesía.
Recursos:
Entrevista: La cultura del otro, a Marcos Galperín. Re publicada en Crónicas Migrantes.
Ranking: Lista de Billonarios del mundo. Forbes (en inglés).