Esta semana me apareció hasta en la sopa el tema del sumergible que lamentablemente implosionó al tratar de llegar al pecio1 del Titanic.
Aunque evito leer noticias, existe un evidente paralelo entre ambas tragedias, pero me parece que no son lo mismo. Una es un error y la otra una negligencia, al menos a mis ojos.
¿Cuántas veces el ego termina por generar tragedias? ¿Cuántas son por errores y cuántos por negligencias? Entendido lo primero como algo involuntario y lo segundo como voluntario.
El Ego
Ryan Holiday en su libro “El Ego es el enemigo” (que te recomiendo amplísimamente), lo define como:
Una creencia malsana en tu propia importancia. Arrogancia. Ambición egocéntrica.
Puedo entender que si tienes una empresa o estás a cargo de un área o incluso de entregar un informe pequeño, tengas una tendencia natural a querer hacerlo bien y que incluso te aplaudan o feliciten por tu gestión.
Es más, es como si esos aplausos o felicitaciones fueran fundamental para ti como persona. Para definirte como persona. Como si en el fondo eres tus éxitos.
Si te definen tus éxitos, entonces también te definen tus fracasos. Esa relación poco sana con lo que haces y logras, te empuja a ser grandioso: “Súper bien, fíjate que estoy a cargo de todo lo que es … ” ¿realmente estás a cargo de todo eso? ¿todo eso tiene tu atención y sucede porque estás tú?
El ego lamentablemente hace que gastes tiempo y esfuerzo en un autobombo constante, como esos que (dicen) se escuchan sin cesar en partidos de fútbol con barras importantes.
Y por estar preocupado de lo que dices de ti mismo, de lo que otros dicen de ti a raíz de eso y así sucesivamente, pierdes de vista lo que realmente hay debajo de tanto título nobiliario vacío.
En tiempos de la antigua Grecia ya existía la historia de Narciso y de lo peligroso que podía ser vanidoso, orgulloso y egocéntrico. El joven Narciso que gozaba de su inigualable atractivo físico y poder de seducción, rechazaba sin más a sus pretendientes, hasta que la diosa Némesis lo condujo a observarse en un arroyo quedando enganchado de su reflejo. Al darse cuenta que había sido rechazado por primera vez -no se podía autoseducir- se suicidó.
¿Has conocido gente que tiene un autobombo de tal magnitud?
El 2003 una joven de 19 años fundó una empresa con el objetivo de simplificar los exámenes de salud, para que una gota de sangre permitiera saber todos los indicadores de una sola vez. Sin embargo el 30 de mayo pasado Elizabeth Holmes, entró a la cárcel de Texas a cumplir su condena de 11 años tras ser declarada culpable de fraude electrónico y conspiración para defraudar a inversores.
Si bien son múltiples aristas en este caso, es posible que verte envuelto en una ola tan grande de fama, siendo la mujer más joven en tener más de un billón de dólares sin heredarlos, te haga seguir adelante con cualquier falsa promesa que hayas dicho. Posiblemente de haber dado un paso al frente antes, habría podido salir fortalecida con un tremendo aprendizaje y poderosos aliados (su directorio de muy alto nivel fue extremadamente cuestionado durante el juicio) y no presa de su ego.
Los errores
Por supuesto que el ególatra comete aciertos, errores y negligencias como cualquier otra persona.
"No hay peligro de que el Titanic se hunda. El barco es insumergible y los pasajeros no sufrirán más que molestias".
Phillip Franklin, vicepresidente de White Star Line, 1912
Ni idea si el señor Franklin era un tipo soberbio y ególatra, pero como cualquier ejecutivo, suelen estar comprometidos con los desarrollos que producen sus empresas y empleados.
Posiblemente podamos registrar el fatal accidente del Titanic como un error:
un acto involuntario que culmina en un desenlace imprevisto.
Es posible que el capitán, los oficiales de guardia y toda la tripulación, hayan actuado de la mejor manera que su criterio les permitió durante esa fatídica noche de 1912.
Pero me parecería un sinsentido creer que adrede alguien hizo mal los planos sabiendo que la “nueva tecnología” de la época no serviría. Al revés, el accidente y su subsiguiente investigación permitió hacer múltiples modificaciones en los navíos posteriores.
Podemos pensar ejemplos similares en la política, en el deporte, en la guerra, en el amor y en las biografías de múltiples personajes de errores que si son correctamente analizados para aprender de ellos, pueden convertirse en los aciertos más grandes.
Antes de irse de vacaciones por dos semanas, Alexander Fleming olvidó una placa Petri sobre el mesón, en la que quería cultivar una bacteria. Al volver, encontró la placa con un hongo que había inhibido el crecimiento de la bacteria. Imagina por un momento que quizás tú o yo habríamos botado la placa por estar “contaminada” y habríamos repetido correctamente el experimento esta vez dejando las placas en la incubadora.
La genialidad de Fleming fue reconocer que había algo digno de análisis en la placa y su subsiguiente estudio le permitió ganar el Premio Nobel de Medicina junto a otros médicos por el descubrimiento y desarrollo de la penicilina.
Las negligencias
Sin embargo, otra cara de la moneda es la negligencia. Esa que podríamos definir similar al error, pero con una gran diferencia:
un acto voluntario que culmina en un desenlace imprevisto.
Si bien las definiciones de diccionario dicen que es un error involuntario por “falta de atención, aplicación o diligencia”, en el fondo es como decir que estabas distraído en un momento clave.
Se pide un silencio sepulcral en los partidos con raqueta, para evitar distraer a los jugadores. Evitar sacarlos de su concentración.
Sería un acto de traición máxima que la selección de un país saliera a carretear el día anterior a un partido importante. Un acto criminal si es un médico en un turno o un ingeniero calculista que no sabe calcular.
Por eso los profesionales entrenan. Los profesionales estudian. Los profesionales practican todos los días para dejar de ser novatos, aplicar de mejor manera sus técnicas y conocimientos, desempeñarse mejor que el día anterior.
Yo creo que naturalmente la gente quiere ser mejor que el día anterior. Sin embargo, como los intereses de cada quien pueden variar, pueden cometer negligencias al estar dedicados a una cosa pensando en otra.
Un ejemplo lamentable de esto podría ser la tragedia del vuelo 2933 de LaMia. El equipo de fútbol brasileño Chapacoense arrendó un vuelo chárter para viajar a disputar el partido de ida de la final de la Copa Sudamericana 2016. Despegaron de La Paz a Bogotá con sobrepeso y con menos combustible del necesario para llegar.
El piloto del avión que era uno de los propietarios de la pequeña aerolínea, por razones que sólo podemos intuir y que aventuro a llamar codicia, decidió además no hacer escalas para repostar. Su tremenda negligencia no sólo la pagaría con su vida, sino con la de otras 70 personas, incluida gran parte del equipo y cuerpo técnico.
Las personas que se conocen a sí mismas entienden mejor lo que quieren y buscan. Entre más conscientes son de sí mismos, identifican claramente sus debilidades y sus fortalezas. Al saber qué quieren, pueden avanzar paso a paso en esa dirección, aprender lo que necesitan para llegar, buscando ayuda y pidiendo consejo. Se saben imperfectos y son capaces de callar el ego para mejorar y prosperar.
Todo eso les permite estar haciendo lo que desean, de la mejor manera que pueden, minimizando los puntos ciegos en sus desempeños. La lógica me obliga a pensar que esa línea es correcta y te lleva a un mejor camino que el ego.
También la lógica me dice que entre:
hablar
pensar, definir, trabajar, aprender, buscar, pedir y retrabajar
existen varios verbos menos por hacer y que por eso es mucho más fácil ser ególatra.
De todas formas me da la impresión que merece la pena el esfuerzo y posiblemente estemos más encaminados de lo que pensamos.
Amigo, date cuenta
En el fondo me parece que todo lo que rodea la historia del sumergible, como la falta de certificaciones, las cartas dirigidas al CEO de OceanGate para evitar que siguiera adelante con sus “experimentos”, etc. pareciera apuntar a una gran negligencia por parte de la empresa y particularmente su CEO.
Date un momento para pensar:
¿hay algo que me haya salido mal este último tiempo?
¿estoy realmente enfocado en lo que hago?
¿podré aprovecharlo para repensar lo que hice?
Evita la negligencia ❌
Aprovecha tus errores ✔️
Sé humilde para notar la diferencia 😉
Recursos:
Libro: El ego es el enemigo, Ryan Holiday
Artículo: El aniversario del Titanic: el mito del barco insumergible, BBC (en inglés)
Artículo: LAMIA 2933 – Informe final sobre la tragedia del Chapecoense, HangarX
Artículo: La historia del submarino Titan: de sus antecedentes a su trágico final, National Geographic
Cuando pueda usaré este tipo de palabras que no pueden ser más precisas: “Pedazo o resto de una nave que ha naufragado o porción de lo que ella contiene.”
¡No hay peor ciego que él que no quiere ver ni peor sordo que el que no quiere escuchar!
Fran, me encantó tu reflexión.
Un abrazo.