Esta semana me acordé por dos motivos diferentes de la frase de Jim Rohn “eres el promedio de las cinco personas que te rodean”. No cuentes cinco personas alrededor tuyo sino que abstráete y piensa ampliamente en quienes te rodean.
“Dime con quién andas y te diré quien eres”, es un refrán del siglo XVII e incluso Marco Aurelio escribió “dime a qué le prestas atención y te diré quién eres”, más o menos en el siglo II.
En el fondo: lo que te rodea es probable que te defina.
Me da la impresión que es por dos motivos fundamentales que son que aprendemos de nuestro entorno, pero también que al vivir en sociedad queremos ser parte de ella y mimetizarnos en ella.
La Cultura
Existen diversas definiciones de cultura. Es uno de esos conceptos que como el arte y la poesía, tienen definiciones abstractas porque los propios estudiosos van pelando la cebolla capa por capa encontrando más profundidad y menos límites.
Para esta reflexión, usaré simplemente ésta: la cultura es aquello que define a un grupo de personas.1
¿Cómo adquirimos cultura? En primer lugar por nuestro núcleo familiar. Dicho núcleo nos heredará una visión de mundo, valores, una manera de tomar decisiones, una manera de relacionarnos, de vestirnos, una creencia espiritual; en resumen una primera definición de lo que es adecuado y lo que no.
A su vez, es probable que todo lo anterior, sea muy parecido a la definición que tienen tus vecinos y/o los amigos de tus papás. Incluso si son muy apegados a tus abuelos, también creencias y tradiciones similares.
Creo que es una de las razones por las que la inmigración cuando se percibe como algo ajeno a lo cotidiano, a lo normal, a tu cultura, despierta los sentimientos de rechazo y miedo terminando abiertamente en xenofobia.
Pero también es la razón por la que lentamente esa “migración del campo a la ciudad” que muchas veces escuchamos en el colegio, impacta a que hoy estemos tan alejados de otrora eventos muy comunes como lo que involucra la cadena trófica.
La cadena trófica o cadena alimentaria es el “quién se come a quién” del mundo.
Estaba en Panguipulli y un pollito estaba caminando en las afueras de la recepción del hotel. Le preguntamos al joven (porque debe haber tenido 16) que nos estaba haciendo el check-in y nos dijo que era un pollito que había rescatado del zorro. Que éste le había hecho sólo una herida en la patita y que lamentablemente a uno de los otros pollitos sí se lo había comido.
Lo que me llamó la atención de su relato, mientras admiraba lo tierno que era ese pollito parecido a una pelota de tenis con patas, es que no pareció extrañarle nada que un zorro entre donde están las gallinas y se coma un par de pollos.
Como es probable que tener un chancho, ternero, cordero, que luego es faenado para ser comido, no le genere la extrañeza, el revoltijo de estómago o las ganas de no estar presente, que un citadino normal sentiría ante dicho proceso.
Es por eso que para algunos las tradiciones, sobre todo aquellas que dañan, son aberraciones para algunos y para otros simplemente “la” manera de vivir.
A su vez, estábamos conversando con un par de amigos sobre personas que habían vivido en Colombia o Venezuela.
Por distintos motivos, el nivel de seguridad con el que vivían era casi ridículo a los ojos de un chileno promedio: jefe de seguridad, autos blindados, instrucciones para que al detener el auto en una roja te pegues a la cuneta para evitar que motos se pongan a tu lado, tener más de un auto y hacerlos circular simultáneamente, etc. Si hubieras nacido en medio de todo esto, lo encontrarías normal.
De hecho da lo mismo dónde hayas nacido y pasado tu vida, seguro sabías que cierta calle, paso bajo nivel o zona de tu ciudad, era mejor no transitarla.
Tanto para el niño de Panguipulli sería ridículo andar con guardaespaldas y tener más de un auto sólo para despistar amenazas, como para la familia colombiana eso era mucho más habitual que ver zorros comiendo gallinas.
Y así podrías haber nacido en México y ser un devorador de ají, podrías haber nacido en Finlandia y serías fanática del sauna o de haber nacido en Nigeria habrías tenido el riesgo de ser secuestrado por Boko Haram y sumarte a sus huestes terroristas.
Incluso de haber nacido en la antigua Grecia en una buena familia, habrías tenido esclavos y, muy probablemente, habrías estado a favor de los esclavos: no tanto como un concepto “esclavitud” como la entendemos hoy sino como que “así es la vida”.
Así viviste toda tu niñez, adolescencia y adultez y esos ladrillos iniciales de cultura que quedan sepultados bajo años de vida, son siempre difíciles de sacar para revisar si siguen siendo vigentes para ti.
Si siguen siendo parte coherente de ti o no. Incluso el sólo pensar en cambiarlos te puede hacer temblar. Imagínate sacar un pilar estructural de un edificio estando debajo de éste. A todos nos daría miedo.
Pero a pesar del miedo, reconoce esos pilares, revísalos y date cuenta que ¡algunos de ellos son falsos!
Sólo están ahí desde el inicio, pero hoy quizás el edificio con las diferentes ampliaciones, fue distribuyendo su peso hacia otras vigas. Idealmente vigas poderosas, atemporales, con mucha flexibilidad para evitar terremotos devastadores y soportar mejor esos movimientos telúricos que componen la vida.
Sociedad para vivir
La cultura se impregna a nosotros porque también hay un deseo profundo del ser humano de pertenecer. Ser parte del grupo. Ser popular. Ser del equipo de fútbol. De la coreografía. Del taller de fotografía. De la selección o de la rama de esgrima.
En todos los casos, además de la actividad siempre vemos una tendencia de querer ser parte de la marea roja en el estadio nacional. Gritar todos por un sólo fin. Por el mismo fin que el que está a tu lado.
Por eso seguramente, la vida en pareja o la vida en familia es gratificante a un nivel que quienes viven en pareja/familia no son capaces de explicar a ciencia cierta.
No sólo a nivel de pareja sino que las vidas monásticas, ermitañas, son desde siempre poco frecuentes. La vida en sociedad nos permite por lo general, tener vidas más longevas, más libres y satisfactorias.
Es fácil pensar en la cantidad de cosas que hacemos o usamos, que fueron hechas por muchas otras personas en todo el mundo (o al menos gran parte de las cosas en China). Es fácil suponer que hacer todas esas cosas para ti, te tardaría varios meses sino años de intenso trabajo especializado.
Es difícil medir el impacto que esos 5 que te rodean puede tener en ti.
Uno de los estudios más largos que existen, es de la Universidad de Harvard. En dicho estudio siguieron desde 1938 a jóvenes ricos y pobres de Boston. Llevan más de 75 años haciendo un cuestionario muy largo que incluye todo desde percepción de felicidad, circunferencia del cráneo y tipo de alimentación.
Una de las conclusiones más potentes es que el cultivar relaciones con otro ser humano, genera un impacto en la salud equivalente a hacer deporte, dejar de fumar u otro tipo de hábito saludable.2
¿Te das cuenta lo importante que son las personas que te rodean?
No sólo te aportarán complementando la visión de mundo, intereses incluso valores que tienes, sino que tienen el potencial de llevarte a tener una visión de mundo, intereses o valores completamente distinto a los que tuviste alguna vez.
Fíjate con quién andas y a qué le das tu atención
Evidentemente no soy yo quien juzga qué es bueno o malo. Incluso antes quizás tenía una visión más drástica, pero hoy creo simplemente que las cosas son y uno le agrega ex post si es bueno o malo.
Eso sí para llegar a ese punto, fue una revisión importante de porqué creo lo que creo y mucha lectura para empaparme de otras creencias y descremar la que me hacía sentido.
¿Has juzgado lo que haces? ¿con quién te juntas? ¿has visto los pilares en los que soportas tu vida?
Entre antes te lo preguntes, mejor 😉3
O más amplio: Conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo, a una clase social, a una época, etc.
Por favor, no seguir fumando por tener buenos amigos, ¡complementa el impacto positivo!
Gracias por leerme y disculpa el desfase de un día 😁
Me encantó!! Que cierto es Fran …cuántos de los paradigmas que tenemos , son para nosotros “la verdad” y hoy, merecen ser revisados para ver su vigencia en nuestra vida actual. Quizá en algún momento fueron útiles pero puede que ya no lo sean …como dices tu , siempre estamos a tiempo para revisarlos y mientras antes, mejor !
Excelente!
Lo que nos inculcan de chicos queda profundamente arraigado dentro nuestro y es muy difícil modificarlo/moldearlo. Ej: equipos de fútbol o religión (para muchos no son muy distintos)