El "Memento Mori" aplica a otros también
Cómo el recordatorio constante de nuestra mortalidad puede enriquecer nuestras vidas y relaciones.
Este fin de semana, visitamos Cochamó con el plan de visitar el Parque Tagua Tagua con la Marti.1
En el camino fuimos escuchando un podcast en el que entrevistaban al Dr. Gabor Maté, que es un experto en adicciones, traumas y déficit atencional.
En medio del episodio cuenta que una de las personas a las que entrevistó para su libro “El Mito de la Normalidad”, fue Will Pye quien escribió un libro llamado “Bendecido con un tumor cerebral”.
¿Por qué bendecido? Pues porque a pesar de que para nadie, habiendo otras opciones sobre la mesa sería prudente elegir una enfermedad como herramienta para aprender algo, Will y tantos otros prefieren adoptar una actitud de aceptación y proactividad.
Hemos hablado de la proactividad, pero te recuerdo que es la capacidad de ser responsable por tu vida y hacer lo que está a tu alcance hacer, para moverla en la dirección que quieras.
En el caso de Will, fue empezar a entender que cada conversación con alguien podía ser la última.
Si fuera ese el caso, ¿de qué estarían conversando? ¿del clima? ¿de otros que no están presentes? ¿preocupados del celular y las conversaciones con otros lejanos?
Los seres humanos olvidamos que moriremos y también olvidamos que los otros morirán, algunos antes y otros después.
¿Qué pasaría si el tumor no es tuyo sino de quien está frente a ti? ⏳
¿Podrías haber visto, si hubieras caminado por Ámsterdam Avenue y visto a la fiesta nupcial ese día, cuán poco preparada estaba la madre de la novia para aceptar lo que sucedería antes de que terminara el año 2003?
Escribe Joan Didion, en su libro autobiográfico Blue Nights.
¿El padre de la novia murió en su propia mesa? ¿La propia novia en coma inducido, respirando sólo con un respirador y los médicos de la unidad de cuidados intensivos no esperaban que pasara la noche? ¿La primera de una cascada de crisis médicas que terminaría veinte meses después con su propia muerte?
Resume Ryan Holiday lo que narrará Joan en su desgarrador recuento de esos tristes meses de principio de siglo.
Me parece tremendo que una vida cambie radicalmente y no por el efecto de uno mismo, sino por la pérdida de otros en tu entorno. Otros muy queridos, familia o amigos, pero que afectarán drásticamente tu bienestar en caso de no estar.
Una de la críticas que leo a menudo, que se me filtran entre libro y serie, película y artículo, es el exceso de dedicación por el mundo laboral en desmedro del cuidado de las relaciones personales.
Me parece que es el resultado de asociar que la medicina ha avanzado tanto y vivimos mucho más que antes, con lo invisible que es la muerte hoy, independiente de las guerras y noticias, pocos tenemos la desdicha de verla frente a frente.
La historia de Joan Didion, tiene algunos paralelos con la del ex ministro Hernán De Solminihac, quien relata en su libro “La vida golpea (a veces demasiado) fuerte”:
Bajé de la cama con el corazón a mil y me acerqué para observarla. Como estaba acostada de lado, la tomé para girarla y la noté algo rígida… La moví, le corrí el pelo y le dije varias veces: “¡Alejandra, Alejandra!”, pero no contestaba, y yo insistía: “¡Alejandra!, ¡Alejandra, dime algo, por favor!”. La movía y no reaccionaba. Ahí me di cuenta de que mi señora estaba muerta.
Este horrible amanecer, fue algunos meses después de que su hija sufriera un trombo al pulmón, que tras operarla y sufrir una serie de infartos, la llevó a tener un daño cerebral importante que la tiene en coma.
Desde afuera, Hernán es una persona que es respetada por sus pares, Presidente del Colegio de Ingenieros, académico UC hace cuarenta años, etc. pero ni el éxito previo, ni la mala fortuna, te aleja o te previene ante situaciones tan dolorosas e inesperadas como las que le toca vivir.
Los estoicos nos recuerdan que nadie puede anticipar lo que la diosa Fortuna tiene en mente para nosotros.
Que por lo mismo hay que practicar el Memento Mori y recordar nuestra mortalidad, pero no con un afán negativo sino como combustible para aprovechar hoy de hacer lo que queramos.
De ser buenas personas.
Pero los estoicos abordan no solo la propia mortalidad, sino también la de quienes nos rodean:
Cuando le des un beso a tu esposa o a tu hijo, repítete a ti mismo: “Estoy besando a un mortal”. Así no te angustiarás tanto si te los quitan.
—Epicteto, Enchiridion
Llega a ser espeluznante la idea de acostar a tu hijo y pensar en que mañana uno de los dos puede no despertar.
¿Pero no pensarlo te asegura que sí lo hará?
A priori un pensamiento oscuro, pero al tenerlo es probable que ese vaso que dio vuelta, la mala nota en biología, la interrupción de tu concentración, pasen todos a ser un dato insignificante y prefieras abrazar con fuerza a tu hijo cada noche antes de dormir.
Recordar la muerte puede ser un acto simple que te ayuda a no olvidar lo importante.
Yo trabajo día a día por evitar pensar que todos estarán conmigo hasta mi muerte, como también pensar que tengo un tiempo eterno para hacer lo que quiero.
No esperemos el tumor de nadie para aprovechar el tiempo con ellos, divertirse y decirles que los queremos 🤗
Recursos
Artículo: Hernán de Solminihac y lanzamiento de su libro: "El dolor más grande que tengo es por mi hija", Radio BioBio.
Artículo: Who could have seen it? (en inglés), Daily Stoic.
Artículo: How To Be A Stoic by Massimo Pigliucci: Book Summary, Key Lessons and Best Quotes (en inglés), Daily Stoic.
Libro: El mito de la normalidad - Gabor Maté, BuscaLibre (link de referido).
Libro: La vida golpea (a veces demasiado) fuerte - Hernán de Solminihac, BuscaLibre (link de referido).
Por culpa del mal clima, terminamos en unas termas jeje 😁.
Me imagino que el hecho olvidarnos de la muerte (propia y del resto) debe ser un mecanismo de defensa para evitar vivir en miedo o ansiedad. Es un tema que cuesta mirar de frente, hasta que te pasa algo donde te llega ese duro recordatorio de que todo tiene un fin.
Me gusta el enfoque de mirarla como motor de cambio y para aprovechar AHORA nuestra vida y la de quienes nos importan.
¡Buena reflexión!, me dejó pensando un buen rato en cómo aprovechar ese impulso que te da la muerte y ocuparlo a nuestro favor.
Qué fuerte