Por recomendación de mi hermano me subscribí al blog de Javier Borrás que escribe sobre China, Relaciones Internacionales, etc. Al hacerlo me llegó su último post acerca de un viaje que realizó a un municipio español llamado Soria.

En él se cuestionó por qué al viajar lejos (Grecia, Taiwán) se comporta distinto:
“Suelo observar, tomar notas, preguntar y extraer conclusiones sobre economía, política y prácticas sociales (...) ¿por qué no aplicar esta misma mentalidad analítica cuando viajo cerca? ¿Es que no puedo aprender y extraer ideas valiosas de lo cercano?”
Un atisbo de respuesta, creo que pasa tanto por la costumbre como también por la falta de conocimiento.
La costumbre de vivir en un lugar, nos hace pensar que ya lo conocemos del todo y dejamos de mirarlo con ojos exploratorios de niño. Con suerte vamos al nuevo bar o al nuevo restorán, pero salvo que sea muy extraordinario volvemos a nuestras viejas costumbres, a comernos el mismo completo italiano junto a un agua con gas.
Esta costumbre, podríamos decir nos resta humildad para enfrentar nuestro entorno con ganas de conocerlo. Hemos hablado de reírse de las verdades y revisitar nuestras creencias. Pero en el caso de nuestro entorno lo vemos como si fuera la palma de nuestra mano.1
Por ende, terminamos planificando viajes siempre mirando hacia fuera, pero nunca partiendo con Google Maps centrado en tu casa y notando que existen parques, museos, galerías, paseos y restoranes que no conocías y que podrías perfectamente recorrerlos el sábado por la mañana.
De todas formas creo que hay dos preguntas clave:
¿Por qué “el viaje” ha de ser lejos de donde vivimos?
y
¿Cambiamos en los viajes?
Viajar cerca
Si consideramos la cantidad de veces que nos trasladamos dentro de nuestras ciudades, por ejemplo cuando vas a la oficina, visitas un amigo o vas al supermercado, es posible que pienses que esos trayectos constituyen un viaje.
Y creo que se debe a una disposición mental de “aprender” versus “maestro”.
Así como en:
“¡Qué rico comer comida local!”: Entrar en un local aleatorio y pedir lo más llamativo de la carta. No ir al local de siempre, a por el plato de siempre que sabemos que nos gusta.
“¡Caminemos y aprovechamos de conocer!”: Patiperrear tras usar el transporte público que tiene la ciudad que visitas. No pedir Uber para llegar lo más rápido posible por el camino que ya sabemos que es más rápido, pasando por lugares que francamente nunca hemos caminado.
“¡Entremos a ese museo a conocer!”: Pagar entradas y recorrer durante gran parte del día un museo de punta a cabo. No pasar por fuera de los museos locales sabiendo que son museos, pero sin saber qué hay dentro.
“¡Foto al lado de esa estatua, lee la placa!”: Fotos y lectura obligatoria de placas para entender más la cultura que visitas. No pasar por el lado de una escultura todos los días camino al trabajo y no saber quién la hizo.
Soy muy consciente de la última y siempre leo las placas, pero efectivamente no hago las tres primeras: siempre como el mismo plato en los mismos lugares, me desplazo rápido (aunque mirando el camino) y he visitado escasos museos locales.
Un ejemplo: no es raro que en Valdivia, ningún valdiviano haya visitado el museo naval Submarino O’Brien: un submarino dado de baja el 2001, que se puede visitar en el extremo sur de la costanera.
Lo recorrimos sólo porque tras instalarnos, decidimos conocer Valdivia adrede “como turistas”.
Ayer fuimos a ver a una tía bisabuela que vive frente al GAM en el centro de Santiago. Tras la grata visita, nos subimos al auto y mientras enfilábamos hacia otra dirección, notamos la cuidada arquitectura del barrio Lastarria, las entradas al cerro Santa Lucía y la vida de barrio con personas caminando, riendo y comprando en las veredas llenas de puestos ambulantes con aires culturales.
Pocos metros más allá una terraza en lo alto de unos edificios a pesar de ser cerca de las 18:00, se notaba repleto. Al otro lado de la calle, el “Red Pub” comenzaba a destacar con sus tubos de neón rojos dispuestos en su interior y fachada.

“¿Por qué aprovechamos tan poco la capital?” me dijo la Marti mientras nos alejábamos del centro.
Viajar lejos
Otro tipo de viaje es aquel en el que emprendemos viajes hacia recónditos lugares del mundo para ayudar, meditar, subir un cerro, surfear una ola, etc.
¿Es necesario cruzar el mundo para ayudar teniendo gente que necesita ayuda en tu comuna? No sólo en términos de pobreza, que incluso Vitacura tiene un 0,1%, sino por ejemplo hogares de niños que necesitan ayuda, niños que necesitan apoyo en sus estudios, hogares de adultos mayores o personas de la tercera edad que están solos.
¿Por qué he de cruzar el atlántico para ayudar aldeas en África? ¿Seguir de largo y llegar a India para apoyar acciones religiosas?
¿Por qué meditar en Nepal es más deseable que meditar en la mitad del Parque Conguillio?
En ningún caso quiero moralizar tus decisiones, sólo me parece que valoramos mucho lo que viene de afuera en desmedro de lo que tenemos, entendiendo también que efectivamente hay diferencias concretas entre meditar con monjes budistas que entre araucarias.
¿Los viajes nos cambian?
Algo que hace años conversaba con aquellos que iban y venían de sus viajes utilizando las visas Work and Holiday (WH) a destinos lejanos como Australia y Nueva Zelanda, o atípicos como Irlanda y Portugal.
Tomaban el viaje como un escape de la vida que habían ido formando tras salir de la universidad. Algunos al notar lo poco que les gustaba su trabajo, otros por el escaso sueldo que recibían a fin de mes.
Todos escapando. Todos metiendo ropa, sueños y ganas en sus mochilas, dejando sus problemas en Chile.
¿Qué sorpresa se llevaron al aterrizar con sus problemas más presentes que nunca? ¿Qué pueden haber pensado al darse cuenta que por mucho que cerraran los ojos, los problemas los seguían al no enfrentarlos?
Me da la impresión que los viajes pueden aclararte. Relevar aquello que es importante para ti, ese pasatiempo al que acudes cuando quieres estar tranquilo. Identificar esos espacios de oportunidad que tienes, esas mañas que tu compañero de hostal no tiene problemas en mostrar que tienes. Enfrentar prejuicios a otra realidad, derribando a veces creencias muy arraigadas.
Pero de ahí a que llegues convertido en Buda, hay un abismo de perseverancia y esfuerzo.
Por último…
Quiero regalarte este poema del poeta egipcio Constantino Cavafis. Aunque se dedicó a ser un burócrata del ministerio de obras públicas egipcio yendo a la misma oficina por más de 30 años y viajar 3 veces pasado los 20 años a otras ciudades que no fueran Alejandría, logró capturar la esencia de los viajes en este breve poema.
Constantino Cavafis - La ciudad
Dices: “Iré a otra tierra, hacia otro mar,
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo los ojos solo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí”.
No hallarás otra tierra ni otro mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad es siempre la misma. Otra no busques -no la hay-
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.
¿Viajarás pronto?
Recursos:
Tabla: Índice de pobreza por comuna 2017, MINEDUC.
Biografía: Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Constantino Kavafis». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/k/kavafis.htm [fecha de acceso: 19 de junio de 2023].
Que dicho sea de paso, podrías dibujar vagamente en una hoja con todos sus detalles.
Me encanto tu reflexión de esta semana Fran ….tienes tanta razón !!! Algunas personas quieren evadir su vida, alejándose físicamente del lugar donde creen está su incomodidad , sin darse cuenta de que el viaje debiera ser a su interior para descubrir y enfrentar aquello que no les da paz ….un abrazo grande para ti !!! Y vamos por mas reflexiones !!! 💪🏻💪🏻👏🏻👏🏻👏🏻
Muy buena Fran, toda la razón, uno cree que por irse, los problemas va a desaparecer, pero lamentablemente viajan con uno.