Estaba almorzando sushi con mis colegas esta semana, cuando uno de ellos comenzó a hablar sobre -redoble de tambores- inteligencia artificial. Lo interesante es que no quería hablar de las posibles consecuencias actuales de la IA, sino sobre el futuro:
¿Qué pasará si todo el trabajo del ser humano pasa a ser hecho por inteligencia artificial y robots?
La pregunta y su profundidad radica en asumir que eso pasará.
Imaginemos que compras un terreno y todo el papeleo será a través de abogados (“IAbogados”) digitales que en pocos segundos tendrán todo validado con el conservador y notario (ambos una simple blockchain que permita la trazabilidad del intercambio).
Luego te contactarás con un estudio de arquitectura (“IArquitectos”) que diseñará en pocos segundos tu casa, considerando todas tus restricciones y deseos. Además como parte de su servicio, cotizará los materiales necesarios y la mano de obra, entregándote los diferentes precios, calidades y plazos disponibles en el mercado.
Tras aceptar la opción que prefieres, un automóvil autónomo se dirige con robots a cargo de la construcción que trabajando 22 horas al día (más 2 horas de carga de baterías) lograrán construir en tiempo récord todo lo que diseñaste en pocos minutos.
Algunas semanas después te mudas a tu nueva casa en la playa, lago, montaña, bosque, campo, pueblo o ciudad. Sabes que recibirás tu sueldo vitalicio independiente de tu ubicación y de tu labor diaria.
¿Qué harás hoy?
¿Qué harás un mes después?
Una visión posible
¿Viste alguna vez la película de Pixar, Wall-E? No haré spoilers, pero a grandes rasgos grafica en parte una respuesta pesimista a la pregunta anterior.
Los humanos tras satisfacer todas sus necesidades, están tan acostumbrados a tener todo a la mano que ni caminan: sus cuerpos son desplazados en unos sillones que se ven bastante cómodos.
Incluso parafraseando el ejercicio mental que hizo mi profesor de filosofía en el colegio Rony Schäffer:
Imaginen que les doy la opción de acostarlos en una camilla, conectarle algunos sensores y éstos a su ve les harán sentir todo lo que quieran. Comerán las mejores comidas y tomarán las mejores bebidas. Tendrán todas sus necesidades cubiertas e incluso podrán soñar todo lo que quieran, logrando imaginar y controlar a voluntad sus sueños.
El único pero es que estarán acostados en esta camilla y no se podrán levantar nunca más.
¿Tomarían la opción?
Este mundo en el que todo el trabajo posible es reemplazado por robots, dejaría tanto tiempo libre, tanto espacio para perseguir cualquier cosa, que posiblemente nos abrumaríamos y no perseguiríamos nada en particular.
Para qué esforzarme si puedo decirle a mi Robotín que me haga unos panes con huevo revuelto y suba la calefacción que hace frío.
Para qué esforzarme en ir a buscar un regalo para un hermano si puedo preguntarle a Robotín que me de tres opciones y, tras elegir la que creo más adecuada, me la trae Roboshop de la bodega.
Nuestra vida sería una de tiempo “infinito”, pero que carecería de sentido al no tener ningún trabajo al que dedicarle nuestro tiempo y esfuerzo.
Incluso, tras miles de años de éste tipo de vida, mutaríamos a ser seres individuales y no sociales, haciendo que incluso la necesidad primitiva de juntarse con otro para sobrevivir no sea más que una pérdida de tiempo.
Otra visión posible
Tras satisfacer todas nuestras responsabilidades laborales a través de robots e inteligencia artificial, quedamos con mucho tiempo para disfrutar de los grandes placeres de la vida.
¿Cuáles? Las relaciones de calidad y el disfrute de consumir y producir arte.
Si bien tengo a Robotín para preparar mis comidas y limpiar mi casa, tengo tiempo disponible para conversar, reír y soñar con la Marti. Tendría espacio para jugar con mis hermanos o emborracharme con amigos. Puedo también cambiar todos esos verbos por otros.
Incluso tendremos tiempo para conocernos mejor, desarrollar lazos más profundos y divagar sin apuros sobre la inmortalidad del cangrejo.
Pero no sólo eso, sino que podré dedicar muchas horas del día incluso todas, a tocar piano. Tendré a Robopiano que me estará guiando la práctica considerando mi forma de aprender, las últimas técnicas para la práctica del piano y con infinita paciencia.
Podré al día siguiente o terminada la práctica, pasar el día escuchando las fugas de Bach o música compuesta por mí, pero interpretada a la perfección por Robopiano.
Podré dedicarme a eso 15 años, pero quizás dedicar los siguientes 15 a pintar con acuarela pequeñas imágenes como portadas de mi blog (que seguiré escribiendo en ambos escenarios).
Dichas acuarelas primero las esbozaré en IAcurelas, donde describiendo lo que me imagino, llegaré en pocos minutos a la composición que quiero luego traspasar al papel.
¿Por qué creo que eso podrían ser “fines últimos”?
Primero porque el estudio más largo que se ha hecho sobre el desarrollo humano, comenzó en 1938 y lo mantiene desde ese entonces la Universidad de Harvard, halló que las personas que mantenían relaciones sanas eran más felices y más sanos.
Por otro lado, el arte en sus diversas formas y sin querer entrar en mucho detalle porque lo desconozco, es aquello que termina por movernos en un plano que sobrepasa la experiencia directa de la obra.
Piensa la última vez que una canción te dio energía, que una película te hizo llorar o incluso una imagen te llamó la atención. Si separamos esas obras en partes mínimas como las notas musicales o los pixeles de la película o imagen, es aquella combinación única de melodía y letra o de colores y formas, que nos gatilla una emoción “real”.
Es posible que dicha emoción, la búsqueda de sentirla y/o de generarla sea una de las búsquedas más propias del ser humano que otras búsquedas como las de la riqueza o la supervivencia.
Yo decanto por esta visión. Incluso creo que las frases tipo “el trabajo dignifica” o sus variantes perderían sentido en éste escenario.
¿Tienes otra visión?
Si no te sentiste representado por ambos extremos, ¿qué crees que pasaría en ese momento en el que el trabajo de todas las personas deja de ser obligatorio para la existencia?
¿Qué opinas? ¡Te leo en los comentarios!
Recursos:
Claro que podrás dedicar 15 años a tocar piano o aprender acuarela si tu trabajo no es reemplazado por la IA y tienes ingresos para sobrevivir. Yuval Noah Harari plantea en Homo Deus que es probable que aumente significativamente la brecha de desigualdad económica entre quienes puedan seguir trabajando y quienes se vean sustituidos.
Es más, esto podría impactar en cómo valoramos a las personas como individuos. Históricamente, los humanos han sido valorados por su capacidad para realizar tareas específicas y contribuir al bienestar de la comunidad. Sin embargo, si las máquinas pueden reemplazarlos en sus tareas, es posible que la sociedad comience a cuestionar el valor intrínseco de los seres humanos…
Buena reflexión!